LÍBRANOS DEL MAL (Jimin x JungKook x Yoongi) - Capítulo 4
CAPÍTULO 4
YoonGi POV:
—¿Qué tal todo aquí? –Pregunta Jimin
mientras entramos al salón. Mi padre sigue serio.
—Bien. –Dice la señora Park y yo me
siento a un extremo de la mesa con mis padres a la derecha y Jimin justo en
frente con sus padres al lado.
—Hijo. –Dice mi madre—. No esperé que
los señores Park ya te conocieran y nosotros no conocíamos a Jimin. –Me encojo
de hombros.
—Ellos viven muy cerca de aquí y los
vemos más a menudo. –Sé que mi padre odia que no les mire mientras hablo, por
eso, solo miro al plato con fideos delante de mí.
—¿Dónde viven ustedes? –Pregunta mi
madre.
—A cinco minutos en coche. Siempre
hemos amado Busán y Jimin ha heredado esa cualidad de nosotros.
—Por lo que veo nuestro hijo, —dice mi
padre—, no ha heredado nada bueno de nosotros. –Yo me limito a seguir comiendo
como si mis oídos filtrasen todo aquello a lo que estoy acostumbrado.
—Yoongi es un excelente chico,
inteligente y con mucha imaginación. –Dice la señora Park, cuyo marido ama mis
historias de terror.
—Estoy de acuerdo. –Dice ahora mi
madre, por primera vez en su vida, llevándole la contraria a mi padre—. Siempre
le ha gustado ser original en todo. Y destacar en lo que más le gusta.
—Una comida excelente chicos. Buen
trabajo. –Nos felicita el señor Park y Jimin y yo sonreímos avergonzados por
sus halagos.
—No creo que sea para tanto. –De nuevo
se hace notar mi padre—. Cualquiera sabe cocinar.
—Soy el chef de un restaurante aquí en
Busán, señor Min. Creo que puedo juzgar con criterio esta comida. –Por
desgracia Jimin no ha heredado su gusto culinario a pesar de que trabaja como
camarero en ese mismo restaurante. Mi padre consigue callarse. Al menos por un
tiempo.
—Bueno… —Dice Jimin para calmar la
situación—. ¿Qué tal el viaje, señores Min?
—Tranquilo. –Dice mi madre—. Pero no
debemos irnos muy tarde o será peligrosa la vuelta. –Mi madre y sus extrañas
supersticiones.
—Cuéntenme algo de su hijo, ¿cómo era
él de pequeño?
—Era siempre muy tímido, —continúa mi
madre—, con una naricilla muy pequeña y los ojos pequeñitos también. Siempre
jugando con coches y motos. Recuerdo que cuando íbamos al parque nunca dejaba
que otros niños jugasen con sus cosas. Venía a mí y me decía: Vámonos a casa,
mamá. Ellos me quitarán los juguetes. –Pone una voz inocente y graciosa y todos
se destornillan mientras yo me muero de vergüenza.
—Eso no me lo habías contado. –Me
señala Jimin con sus palillos.
—No me acuerdo de todo… —Me justifico
a sabiendas de que lo recuerdo perfectamente.
—De pequeño su padre siempre le
presionó para que fuera como él. –Niego la cabeza reconociendo que jamás habría
durado ni dos días en el ejército. Mi padre es policía.
—Ya veo que puedo perder toda
esperanza. –Dice él.
—¿Me veo como alguien que soporte el
peso de un arma? –Él no dice nada.
—Yo voy siempre que puedo al gimnasio.
–Dice Jimin—. Y me encantaría haber sido un buen…
—Déjalo, Jimin – Le detengo—. No te esfuerces.
–Él me mira y asiente volviendo su atención a la comida en el plato.
—No miréis el pasado. –Dice la señora
Park—. Disfrutemos del presente que es la preciosa relación entre nuestros
hijos. –Mi padre suspira.
—Yoongi. –Me llama el señor Min—. Estoy
enganchado a tu novela de este mes. Esta semana iré corriendo a comprar el
periódico. ¿Podrías adelantarme algo? –Me mira inocente y curioso. Tal como
Jimin hace siempre que intenta sonsacarme algo. Yo niego con la cabeza.
—Me temo que mi audiencia se basa en
mantener la intriga. –Sonrío y él corresponde el gesto.
—Sangre, siempre sangre. –Jimin dice y
frunce el ceño.
—Cállate. –Le miro serio—. Por bocazas
el próximo será aún más sádico y te lo haré leer.
—Por tonto acabas de revelar la
temática del siguiente. –Me saca la lengua y ambos comenzamos a hacer muecas
infantiles.
—Basta niños… —Dice su madre
haciéndonos parar como si ambos fuéramos sus hijos.
Poco a poco, con los minutos y con
mucho cuidado con las palabras la conversación fluye lentamente incluso cuando empezamos a hablar de cómo
nuestros sentimientos cambiaros para acabar en una relación.
—[…] y empecé a sentir que no lo
quería solo como a un amigo. Sabía que podía pasar el resto de mi vida con él.
–Jimin sonríe enrojecido por mis palabras y su madre corea mis palabras. O más
bien corea el valor que he tenido para decirlo delante de mis padres.
—¿Qué es lo que más te gusta de mi
hijo, Jimin? –Pregunta mi madre y él empieza a enumerar en su mente las
innumerables cosas que admira de mí. Bueno, no. tal vez diga lo que siempre
dice cuando le preguntan.
—Me gusta que siempre tiene la palabra
perfecta para todo, y cuando no, sus gestos lo dicen todo. –Vaya, esto es nuevo—.
Me gusta que sea paciente, comprensivo y nunca se enfada con facilidad. Tiene
la cabeza fría para razonar y eso me ayuda porque me dejo llevar por el miedo
fácilmente. –Yo dejo de comer lo poco que queda en mi plato para escuchar
atento sus palabras—. No le gusta destacar pero siempre sabe cómo ser el mejor
en todo.
—Oh… —dice su madre.
—Pero hay una cosa que odio en él.
–Todos le miramos y yo frunzo el ceño—. No le gustan las cursiladas y las cosas
románticas. Y lo siento, sé que me odiarás por esto, pero me gustaría, delante
de tus padres y los míos, pedir que te cases conmigo.
Un silencio llena la estancia. Mi
corazón palpita muy fuerte y todos miran mi rostro que hierve por momentos.
—Tienes razón, —digo aturdido—, no me
gusta ser el centro de atención. –Todos ríen mis palabras menos mi padre que se
limita a mirar el plato serio.
—¿No me irás a decir que no? No quiero
casarme mañana, —se justifica—, algo a
largo plazo pero solo quiero que sepas que te quiero y pretendo pasar mi vida
contigo.
—¿Y bien? —Pregunta su madre y solo por conocer la cara
de mi padre me levanto de mi asiento y sonrío camino a la silla de Jimin.
—¡Claro que sí! –Él rápido me abraza y
me levanta por el aire y me hubiera gustado deleitarme en el rostro de mi padre
pero Jimin me da un beso y antes de despegar nuestros labios un plato en la
cocina cae de la encimera y se rompe asustándonos a todos. No nos importa. La
madre de Jimin emocionada se levanta y me abraza después que a su hijo.
—Hacéis una pareja perfecta. –Dice mi
madre y le da a su marido un codazo esperando alguna reacción por su parte. Él
habla.
—Genial. ¿Y quién llevará el vestido?
—Padre… —Replico camino a la cocina
para recoger los trozos de cerámica blanca del suelo. Los oigo reñir.
—Señor Min, solo quiero lo mejor para
su hijo. No tengo malas intenciones ni…
—Lo que no entiendo es porque tan de
repente todo.
—No ha sido de repente. Lo conozco
desde hace dos años y le prometo que lo nuestro no ha sido de un día a otro.
—Nunca podré tener un hijo normal, hoy
he perdido las esperanzas.
—Señor, si ha venido a mi casa a
insultarme… —Jimin comienza a levantar la voz y yo salgo con los trozos del
plato en mi mano.
—Basta ya. –Les hago callar a ambos. —¿Para
qué has organizado esto, padre? ¿Para burlarte de mí? ¿De mi novio? ¿De sus
padres?
—¿Yo?
—Sí, tú. Si no vas a saber fingir que
te alegras por mí ya sabes dónde está la puerta… ¡Ah! –La cerámica cae de mis
manos y un pequeño hilo de sangre la sigue.
—Yoongi. –Rápido Jimin deja su tono arisco
y viene a mí para observar conmigo el pequeño corte producido por la fuerza
inconsciente que ha ejercido mi mano con el plato roto—. ¿Estás bien, cariño?
¿Es profundo?
—No es nada. Trae… —Quería pedirle un
trapo pero su madre se adelanta a mis palabras y viene a mí para cubrir mi
palma.
—Voy a por vendas. –Va al baño y
vuelve mientras su padre me ayuda a recoger los trozos del plato en el suelo.
Mientras miro a mis padres, ahí sentados sin hacer nada en absoluto.
—No pintáis nada aquí. –Les digo enfadado—.
Marchaos de mi casa.
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