LÍBRANOS DEL MAL (Jimin x JungKook x Yoongi) - Capítulo 2
CAPÍTULO 2
YoonGi POV:
Miro el reloj una vez más mientras
estoy sentando en el sofá entreteniendo mi noche con un programa de televisión
cualquiera. He entregado la historia para el periódico hace unos minutos y me
doy cuenta que solo mientras escribo estoy lejos del mundo que me rodea y de mi
realidad. Poco a poco, mientras las imágenes delante de mí cansan mis ojos,
asumo que Jimin tiene razón y debería contarles a mis padres sobre mi
sexualidad y la relación que mantengo con Jimin.
Suspiro y voy al cuarto para rescatar
mi móvil de la mesilla mientras se cargaba. Me siento en la cama de matrimonio
y repasando una vez más los pros y contras de lo que estoy a punto de hacer
marco el móvil de mi madre. Cojo en mi mano una bola de cristal que hay en la
mesilla propiedad de Jimin. Pongo mi peor cara de asco porque odio este trasto
con toda mi alma. Es una bola de cristal, con nieve y un muñeco de Mozart
dentro. Vestido de traje y con su batuta en la mano, señalando a la nada. En la
parte de atrás tiene una llave de metal para darle cuerda y que una música
repelente y romántica suene a la par que el muñeco de Mozart gira. Dejo de
prestarle atención cuando algo en mi oído duele.
Los pitidos esperando que reciba la
llamada son pequeñas torturas y cada una de ella me da la oportunidad de colgar
y salir corriendo hasta que la voz de mi madre al otro lado me hace evidente
que ya no hay vuelta atrás.
—¿Hijo? –Pregunta asombrada de mi
llamada. Llevo meses sin saber de ella.
—Sí, mamá. Soy yo. Yoongi.
—¡Qué sorpresa! Es Yoongi. –Ahora
habla con papá—. ¿Por qué nos llamas hijo? –Agradezco que esté de buen humor
para que le sea más fácil asimilar lo que le voy a decir.
—Mamá. Tengo que contaros algo. ¿Os
acordáis de Jimin?
—Claro, tu compañero de piso… —Asiento
aunque no pueda ver el gesto.
—Sí. Pues, hace algún tiempo
comenzamos una relación de novios. –Espero algo al otro lado pero nada. Aclaro
mis ideas—. Soy gay, mamá.
—Cuelga. –Oigo a mi padre serio detrás
de ella hablar—. Nos está gastando una broma.
—No es nada de eso. Solo quería que lo
supierais y quitarme este peso de encima.
—Pero hijo mío. –Ella parece
decepcionada—. ¿No te hemos dado una buena educación?
—Sabía que no era buena idea… —Niego
con la cabeza pero mi madre me detiene.
—No, no hijo. Yo… —balbucea unos
segundos intentando aclarar sus ideas—, nosotros aceptamos la noticia. –Por
unos segundos la conexión parece fallar pero ha sido mi padre que le ha quitado
el móvil a mi madre.
—Yoongi. –Dice—. Prepara una cena con
ese Jimin y sus padres. Queremos conocerles.
De repente el cuerpo de Jimin aparece
por la puerta y me saluda, indicándome que acaba de llegar de trabajar. Yo
escondo la bola de cristal porque sé que no le gusta que juegue con ella. Al
ver que hablo por teléfono se marcha dejándome intimidad. Sus ojos parecen
brillar sabiendo que hablo con mis padres y por ello el orgullo le llena.
—Padre… —Suspiro resignado—. Está
bien, hablaré con Jimin y sus padres para acordar un día. Tendréis que venir a
Busán.
—Muy bien. A dios. –Mi padre, tan frío
como siempre se despide de mí y cuelga dejándome a solas con mis pensamientos y
con el ruido de los pasos de Jimin por la casa. Salgo del cuarto para
encontrarlo saliendo de la cocina con una alita de pollo, ya fría desde que la
hice para mí en la cena, en las manos, devorándola con sus jugosos labios
manchados de grasa.
—¿Eran tus padres? –Pregunta
sonriendo, desgarrando un poco de carne.
—Sí. –Aún llevo el móvil en las manos
y bajo los escalones para estar a su altura.
—¿Y? –Miro al suelo sonriendo.
—Quieren que concertemos una cita con
tus padres. Quieren conocerte. –Su estúpida sonrisa se hace aún más grande y
abre sus brazos para secuestrarme entre ellos. Me levanta en el aire dándome un
par de vueltas mientras grita lleno de alegría.
—¡Te lo dije! ¡Será genial! –A los
segundos me suelta y me obligo a sujetarme en sus hombros para no caer al
suelo. La alita de pollo sigue en su mano manchando todo lo que ella toca.
—Llámalos mañana. Ahora a dormir. –Me
giro ignorando su entusiasmo y él rápido tira el hueso de la alita y me sigue a
la cama desnudándose por el camino—. Y no pienses ni por un segundo que vamos a
jugar a nada esta noche. –Se detiene tras pasar la puerta del cuarto enfadado y
ofendido.
—¿Por qué?
—Ya he hecho mucho por ti hoy. –Sin
esperarlo me empuja a la cama de cara a él y se arrodilla en el borde entre mis
piernas.
—En ese caso déjame recompensarte.
–Sus ojos brillan sádicos y sus labios se relamen sedientos de mi cuerpo. Me
encanta y no puedo negarme a nada de lo que me propone.
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