LÍBRANOS DEL MAL (Jimin x JungKook x Yoongi) - Capítulo 1

 CAPÍTULO 1


YoonGi POV:


Es extraño. Hace poco descubrí que el sonido de mis dedos contra las teclas del teclado de mi ordenador me tranquiliza. Y es gracioso porque llevo años haciéndolo.

Vaya presentación más estúpida. Empecemos de nuevo. Soy Min Yoongi, un chico de Daegu que hace dos años se mudó a Busán buscando la paz y la estabilidad que no encontré junto con mis padres. Tengo veintisiete años y trabajo en un periódico local escribiendo artículos. Pero no me dedico a la política o a las noticias del cotilleo. Escribo historias de terror que mi periódico me publica semanalmente.

Me encantan estas historias desde que soy pequeño y me jacto de ser alguien que no le tiene miedo a nada. Mis pequeñas historias me recuerdan mucho a las de Edgar Allan Poe. Para quien no sepa quién es, moléstese en conocer su arte y deleitarse en él como hago yo cada vez que necesito inspiración.  Sangre, habitualmente. Sufrimiento psicológico y tal vez físico. Me encanta todo esto, sin embargo hay alguien aquí que lo odia.

—¿Otra vez asesinado con un cuchillo? –Dice mi pareja Jimin asomándose a la pantalla del ordenador por mi hombro—. ¿Por qué tan cruel? Una pastillita para que no sufra. –Frunce el ceño y se aparta de la lectura para tirarse en el sofá y descansar antes de irse a trabajar.

Este niño insufrible de aquí es Jimin, mi pareja desde hace un año. Nos conocimos hace dos, cuando llegué a Busán, de donde es él. La primera vez que lo vi fue mientras me limpiaba la camisa de una tarta de chocolate que me tiró encima. Sus ojos temblorosos brillaban mientras se disculpaba por su error. Era el camarero donde yo estaba cenando.

Rápido surgió una fácil conversación entre ambos aprovechando la ventaja que nos da que yo sea alguien muy tranquilo y de pocas palabras mientras él no se calla en horas. Siempre con esa estúpida sonrisa y sus ojos que desaparecen entre sus arrugados párpados. Tiene dos años menos que yo y acababa de mudarme a esta casa la cual, decía, le resultaba demasiado grande para él. Me dijo que si buscaba piso, podría compartirlo conmigo.

Nada más llegar aquí me di cuenta que me había engatusado porque no es más que un piso de pocos metros cuadrados con tan solo una habitación. Me compró una cama individual para mí pero no tardó en colarse en ella una noche y seducirme para hacerme delirar en el mejor de los orgasmos, pero no fue hasta un día en mi coche que tuvimos la primera vez. 

No es que no me lo viese venir. Él me dijo siempre que era gay y que había tenido ya otras relaciones pero que respetaría mi espacio personal. Desde aquella noche empecé a ser yo quien no quisiera dormir solo y siempre buscaba su contacto de alguna manera u otra. Meses después nos reconocimos como novios.

—¿Hoy tienes el turno de tarde? –Le pregunto mientras termino este capítulo de mi novela.

—Tarde noche. Llegaré pasadas las once. –Me mira con un puchero adorable sabiendo que me preocupo por él cada vez que llega tarde a casa.

—Te esperaré despierto. –Sonrío y él me muestra esa estúpida sonrisa que tanto odio.

Ambos sueldos mantienen esta casa. Una casa simple. Un gran salón, con una cocina separada por medio tabique. Hay una doble altura con cinco escalones que llevan a un cuarto en donde la puerta es corrediza y de cristal transparente. Dentro de este, un pequeño baño. Fue gracioso la primera vez que me cambié en el cuarto y antes de darme cuenta estaba Jimin mirando desde la planta de abajo a través de la puerta de cristal. Es hermosa de todas maneras.

—Que suerte tienes de trabajar ahí sentado. –Le doy la razón porque no tengo que moverme de casa para que me den un sueldo. No es demasiado pero entre los dos podemos vivir bien. Me levanto de mi silla bajando la tapa del portátil y camino a su lado en el sofá. Pretendo sentarme en algún hueco que me deje porque él ocupa todo el espacio pero sus fuertes brazos me tiran sobre él y ambos quedamos tumbados frente a frente. Y me quejo y me revuelvo incapaz, como ya sé, de escapar de su agarre.

—Jiminie…

—¿Así que me esperarás despierto hasta que venga?

—Claro…

—¿Para qué, niño travieso?

—Para que me des mimos… —Hago un puchero y besa mis labios.

—No vale jugar antes de que yo llegue… —Ambos reímos y acabo acomodándome mejor en su abrazo. De repente la conversación se vuelve tensa a la par que aburrida—. ¿Cuándo vas a habar con tus padres de lo nuestro? –Suspiro y me acurruco más en él para no escucharle—. Ya llevamos más de un año y mis padres ya lo saben.

—No quiero hablar de esto. Sabes que ellos no lo entenderán.

—Inténtalo. Si no lo aceptan, tampoco tendrás que volverlos a ver. Saben que vivimos juntos. ¿Qué diferencia hay?

—¿Qué diferencia? –Me alzo para mirarle—. ¡Hay mucha!

—Llámalos, no te cuesta nada… —Suspiro resignado y vuelvo a acurrucarme en su abrazo.

—Mañana hablamos de esto…

 

 

 

 

                                     Capítulo 2

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