LÍBRANOS DEL MAL (Jimin x JungKook x Yoongi) - Capítulo 13

 CAPÍTULO 13


YoonGi POV:

 

Ya he sentido antes este cosquilleo en el cuerpo. Es muy claro en mi mente que esto no es nada nuevo. El sonido de las ambulancias me es muy familiar. El olor a gasolina y el sabor de la sangre en mis papilas gustativas. Si solo fuera en mi boca… todo mi cuerpo está cubierto de sangre que parece pesar como plomo porque no puedo moverme. Hay un cinturón sobre mi cuerpo, rodeándolo y fingiendo protegerme. Ya puedo ver claramente a mí alrededor. Estoy en un maldito coche.

—¡Respóndeme! –Oigo la voz de Jimin gritarme. Veo sus manos zarandear mi cuerpo y me gustaría responderle pero no puedo, yo no controlo nada.

¡Jimin! –Grito en mi mente y me oigo a mi mismo—. ¡Jimin ayúdame!

 

 

Una vez más, ya casi como una grata costumbre me incorporo en la cama mientras diviso el cuerpo dormido de Jimin a mi lado. Limpio con mi antebrazo el sudor en mi frente poco a poco y me obligo a calmar mis nervios porque mi otra mano se aferra desesperadamente a la sábana blanca sobre nuestros cuerpos.

Cierro los ojos y paso mi lengua por mis labios para humedecerlos cuando una fuerte presión cae sobre mi pierna. Esa presión es un agarre fuerte que al abrir los ojos descubro una mano saliendo de debajo de la cama a mi lado que sujeta firme y fuertemente mi delgada pierna. Antes de reaccionar lo hace ella primero tirando de mí hacia el suelo pero consigo soltarme, ya que no es más que una mano, para dejarla humillada aferrando con sus cinco dedos ensangrentados la sábana. Tira de ella muy lentamente mientras yo retrocedo para despertar a Jimin.

—¡Jimin! –Grito zarandeando su cuerpo como puedo ya que no pierdo la sábana huir de mi vista bajo la cama—. ¡Despierta, joder! ¡Despierta! –Por mucho que le golpeo nada sirve para que responda. No me ignora. Ronca como un bebé.

La sábana cae por completo y pasan uno, dos, tres segundos sin que nada surja de nuevo. Estoy sentado en el colchón mientras Jimin permanece tumbado a mi espalda como si nada. Todo mi cuerpo está temblando, mis pelos están de punta, mis ojos abiertos de par en par.

La mano surge de nuevo aferrándose desesperada a la sábana blanca sobre la que Jimin y yo estamos y la sujeta mucho más cerca de mí mostrándome su brazo fuerte y también lleno de sangre. Este se revuelve manchando mis sábanas blancas donde aquí es más evidente el rojo de la sangre. Yo grito mientras encojo mi cuerpo rezando porque no me alcance.

Otro brazo aparece a unos centímetros del otro y ambos se impulsan para dejarme ver un rostro ya conocido. Su pelo está pegado a la cabeza por la sangre que brota de él. Sus ojos muestran un odio creciente en su interior ante mi presencia y su sonrisa es blanca, brillante y sádica porque se atreve a reír de mi estado de nervios. Se relame, se vuelve loco y su cuello cruje mientras hace bruscos movimientos con los que aturdirme.

—¡Jimin! –Grito con todas mis fuerzas.

—¡Él es mío! –Repite como un dogma—. Él me extraña.

Poco a poco su cuerpo se acerca a mí.

—¡Despierta Jimin! ¡Es él!

—Él solo me quiere a mí. Kook. Un gato como yo. –Siento un sudor frío por todo el cuerpo—. Le recuerda a mí. –Su voz en esta última frase se torna tierna y lo entiendo. Es la frase con la que tiene fuerzas para alzarse a sujetar mi tobillo. La sangre hace que su mano se resbale pero aún tiene fuerzas para moverme. Yo pataleo. ¿Dé qué sirve? Nada porque me arrastra con él poco a poco. No me queda otra que agarrar el cuerpo de Jimin que parece inamovible pero no lo es.

Cuando estoy a punto de sumergirme en el lugar de donde quiera que haya salido este maldito demonio estoy aferrando su brazo y por el movimiento su cuerpo se gira para mirarme sonriendo. 

—¡Jimin! ¡Ayúdame! –Me deja marchar mientras soy arrastrado a la oscuridad que la sangre de mi propio cuerpo torturado me proporciona.

 

 

—¡Yoongi! –Aturdido me despierto siendo zarandeado por sus fuertes brazos.

Los ojos de Jimin es lo primero que veo antes de incorporarme rápidamente y saltar de la cama. Los primeros rayos de sol se cuelan por las rendijas de las persianas mientras miro el reloj. Son las siete de la mañana. A media hora de que Jimin tenga que ir a trabajar.

—¿Estás bien, Yoongi? –Me pregunta mientras me llevo la mano al corazón y asciendo hasta el cuello para comprobar mi ritmo cardiaco y respiratorio. O para saber si mi corazón no se ha salido de mi pecho por la boca—. ¿Otra pesadilla? —Asiento. Pero por primera vez le omitiré los detalles. No importan y no quiero discutir ahora que estamos mejor.

De nuevo me siento en la cama y sus brazos abrazan mi cintura acercándome a él. Pone su cabeza en mi regazo improvisando una almohada y respira lentamente.

—¿Estaba gritando? –Pregunto mirando el baño frente a mí.

—Sí. –Comienza a imitar mi voz—. ¡Jimin! ¡Ayúdame! –Reconozco y recuerdo haberlo dicho.

—Hum…

—He pensado que tal si vamos a un psicólogo podría recetarte ansiolíticos. –Esto otra vez no—. O tal vez pastillas para dormir mejor. –Vaya, esta idea es nueva—. Tal vez sea que ves alucinaciones porque no duermes bien. –Asiento.

—Tal vez. –Me rasco el pie intentando parecer despreocupado por sus estúpidas teorías. Aunque, pensándolo fríamente, tienen más sentido que las mías.

—¿No vas a volver a dormir? –Niego con la cabeza—. Anda… —Tira de mi cintura porque busca una excusa para no madrugar—. Duérmete conmigo un poco más. –Me rasco el tobillo.

—No puedo dormir ya, Jimin. –Suspira y resignado se levanta, se estira con los brazos hacia el techo y cuando se ha desperezado entra en el baño dejándome verle mear. No es la primera vez. Sigue hablando.

—Mi madre tiene una compañera de club de lectura que es psicóloga, si quieres podríamos concertar una cita, te ayudará, te lo prometo. –Me siento como un loco o un disminuido psíquico. Siento que devalúa mi calidad y mi precio por mis absurdas pero muy reales ideas. Ya algo enfurecido rasco con fuerza mi pierna. Algo me pica bajo la piel.

—No hace falta. Probemos primero otras cosas.

—¿Qué clase de cosas?

—Leche caliente antes de dormir, hacer deporte.

—¿Min Yoongi haciendo deporte? –Ríe como un loco—. Déjate de estupideces. –Siento mis dedos ya doler de tanto rascar y retiro la sábana para descubrir mi pierna morada y bien marcada de rodilla para abajo. Moretones grandes y bien doloroso al menos a primera vista. Llevo mi mano a uno de ellos para sentir un vuelco al corazón comprobando que mi palma encaja en una de las huellas. Una mano ha apretado mi pierna hasta dañarla—. Lo mejor será quitarnos el problema de encima cuanto antes.

Sale del baño de golpe y rápidamente tapo mi pierna con la sábana.

—¿No crees? –Me pregunta mirándome y sonriéndome. Inocente.

—¿Hum?

—¿Debería llamarla? –Asiento y sin llamar la atención dejo que salga del cuarto para ponerme cuanto antes unos pantalones largos y ocultar los resquicios de mi pesadilla que sin duda es mucho más real de lo que me parecía.

 

 

 

 

 

 

 

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