FRENTE A LA COMIDA (YoonMin / VKook) - Capítulo 9

Capitulo 9


Narrador omnisciente POV:

 

La noche es silenciosa. Un dulce murmullo del viento es lo único que se cuela entre la cristalera de la habitación en la que nos encontramos. Muy lentamente nuestros ojos recorren la estancia y tenemos la férrea sensación de haber estado aquí antes y efectivamente, reconocemos el rostro de Jimin alumbrado por la tenue luz de la ventana cayendo a plomo sobre su rostro. Tiene la posibilidad de bajar la persiana y quedarse a oscuras pero ha debido decidir no hacerlo y podemos ver perfectamente todas y cada una de las acarameladas facciones de su rostro. Sus ojos están abiertos sin embargo y por el silencio a nuestro alrededor deducimos que no es pronto. Los ojos de Jimin están tan fijos y perdidos en el techo de su cuarto como nosotros lo estamos en su rostro. Hace un puchero repentino, y después, lo deshace con la misma facilidad que ha tenido para formarlo. Su cabello oscuro está desperdigado sobre la almohada bajo su cabeza y sus manos sobre su pecho. La manta le cubre hasta la cintura y podemos distinguir en el dibujo de su pijama un conejito con una zanahoria. A pesar de que es un pijama oscuro y de talla adulta, el dibujo resulta llamativo.

Los ojos de Jimin se trasladan a la mesilla a su lado y se medio incorpora para alcanzar el pequeño reloj de muñeca sobre esta. Un casio de color negro. Hace que una luz ilumine la pantalla y podemos acercarnos a ver la hora. Las cuatro y media pasadas de la mañana. Jimin se desploma de nuevo sobre el almohadón y forma una expresión de frustración por no poder acariciar siquiera el sueño. Toma aire con violencia y retirando de sí las sábanas con un golpe seco se incorpora en el colchón y se levanta, frustrado consigo mismo y con el maldito sueño que le es esquivo. Una vez sentado al pie de la cama se pasa las manos sobre el rostro y el pelo y se levanta al fin decidido a dejar de seguir perdiendo el tiempo. Lo primero y único que puedo hacer en este cuarto es sentarse en el escritorio frente a él y dar la luz del flexo para iluminar al menos la mitad de la estancia en la que piensa quedarse, bien hasta que le venza el sueño, o bien hasta la hora del desayuno. De la estantería donde tiene unos cuantos libros retira un puñado de ellos y tras estos, tumbadas de forma que quedan sobre la pared y sea imperceptible su presencia, unas cuantas revistas. Tiene al menos unas diez, escondidas por todo el cuarto y aun así le han ido pillando algunas, pues sabemos que aquí dentro cualquier estímulo de esta envergadura es muy peligroso.

Saca dos de ellas y se las pone sobre la mesa volviendo a colocar los libros que ha sustraído de la biblioteca en su sitio. Con una media sonrisa y una expresión de cansancio se apoya en la palma de su mano y comienza a pasar las páginas de la revista a su alcance. Las primeras páginas ya las tiene muy vistas y las pasa casi seguidas, apenas ojeándolas, pero en las de más adelante se detiene varios minutos leyendo y mirando embobado las fotos de las personas que aparecen, la mayoría semidesnudas o en ropa que marquen su cuerpo. Nos acercamos más detenidamente a las páginas y podemos ver escrito en ellas un montón de recetas, de anotaciones por parte de Jimin y de barbaridades para adelgazar o para parecer más delgado. Jimin lee todo y algo nos dice que puede incluso sabérselo ya de memoria. Eso es lo que intenta, memorizarlo.

Un sonido exterior al cuarto nos hace dar un respingo. Jimin rápido mira al exterior pero la luz de su propio cuarto no le permite apreciar con claridad si alguien hay al otro lado de la puerta por lo que opta por apagar la luz del flexo, levantarse de la silla con mucho cuidado, midiendo bien todos y cada uno de sus movimientos, y llevarse con sigilo las revistas a la cama para esconderlas bajo el colchón y tumbarse sobre este fingiendo dormir. Se arropa las piernas mientras mira disimuladamente la rendija bajo la puerta por la que entra la luz natural de las ventanas en el pasillo. Apenas un fino haz de luz azul tan sensible y fino como un velo traslúcido. El ruido que hemos escuchado antes ahora parece mucho más fuerte en nuestra memoria, y nosotros mismos dudamos de haber oído algo, pero unos pasos cruzando la puerta nos confirman que realmente alguien hay en el exterior. La sombra de los pasos, de unos pies descalzos, ha pasado de largo por la puerta y Jimin frunce el ceño confuso, levantándose de la cama con mucha más curiosidad que miedo. Asegurándose de que las revistas estén bien escondidas se acerca a la puerta y se apoya en ella casi sosteniéndose en el aire. Apoya la oreja en la madera, pero no escucha nada en absoluto, incluso creemos distinguir unos pasos que se alejan, pero como es lo que deberíamos escuchar, no estamos seguros de ello. Jimin se arrodilla en el suelo y mira a través de la rendija, pero solo ve la pared frente a él. Si alguien ha caminado pasillo a la derecha no vamos a poder verlo desde esta rendija.

Jimin se incorpora y se queda unos segundos contando mentalmente. Cuando se siente satisfecho se apoya en el manillar y abre muy lentamente evitando que nadie le escuche. Satisfecho con el poco sonido al abrir se asoma fuera muy tímidamente, apenas mirando por una rendija. No ve nada, y se atreve un poco más, pero cuando realmente no hay nadie alrededor, sale sin problema y se queda unos segundos en medio del pasillo mirando a un lado y a otro confuso. No eran los pasos de Jin porque no solo debería estar en su casa ya, sino que eran unos pasos de unos pies descalzos y eso le ha puesto en alerta.

Otro sonido a lo lejos, esta vez de donde han desaparecido los pasos, cruzando la esquina en la que se dobla el pasillo. Jimin da un segundo respingo y mira directo ahí acercándose a la puerta de su cuarto con intención de meterse de nuevo dentro, pero reconoce el sonido a los segundos y lo interpreta como una puerta que se ha abierto. Con sus pies en calcetines no hace un solo sonido al caminar, y se aprovecha de ello para acercarse con curiosidad hasta la esquina del pasillo y asomarse muy lentamente para ver una puerta cerrarse justo en el momento en que se está asomando. La puerta en donde hacen terapia cada mañana. Jimin mira atrás, del pasillo del que viene pero todas las puertas de los cuartos están cerradas y no puede saber quien ha sido quien ha salido a estas horas y se ha internado ahí dentro. Lo primero en lo que piensa es en que TaeHyung a podido salir a altas horas de la mañana a vomitar pero como no puede entrar en el baño a no ser que pida la llave, ha buscado un sitio mejor donde vomitar. Recuerda que TaeHyung está en la planta baja, ingresado. Pierde todo interés de repente y se gira para regresar a su cuarto.

Una vez dentro cierra con el mismo cuidado que tuvo para abrir y se sienta en el escritorio pero esta vez sin dar la luz del flexo. Se cruza de brazos dejándose caer en el respaldo de la silla y hace un puchero pensativo. Se muerde el labio inferior y hunde los dedos en sus ojos para aliviar la presión repentina sobre su cabeza. Está a punto de levantarse y conducirse a la cama para rescatar las revistas pero se detiene a mitad de camino, en mitad del cuarto mirando la puerta con violencia. Sabe que si le pillan a estar horas pululando por los pasillos puede traerle consecuencias, pero la curiosidad y la preocupación son mucho mayores que la propia represalia y cede ante el instinto. Se aferra de nuevo a la puerta y sale fuera mirando por el pasillo. Se acerca a doblar la esquina y acaba frente a la puerta que ha visto cerrar.

Antes siquiera de acercarse, se inclina y espera ver luz dentro, pero nada. Se apoya con mucho cuidado esperando escuchar algo pero no oye nada dentro. Juraría que nadie hay al otro lado, y de haberlo, es muy silencioso. Por un segundo se imagina a sí mismo al otro lado de la puerta, o a otra persona haciendo exactamente lo mismo que él, apoyarse en la puerta para esperar escuchar algo al otro lado. Se quita esa imagen de la mente y coge valor de repente. Acerca su mano a la manilla con cuidado, valorando la posibilidad de que no haya nada dentro y se imagina la estancia vacía, sin nadie ni nada discordante.

Pero la imagen que se encuentra dentro es de todo menos normal. Apenas ha abierto unos centímetros y puede ver la luz de la luna iluminando la estancia. Sus ojos recorren toda la sala hasta encontrarse con el espejo de pie descubierto. Ya no hay una lona que lo cubra y eso le hace sentir temeroso, pero más aún la imagen que lo acompaña, pues YoonGi está frente al espejo. Nosotros estamos en la puerta y estamos viendo a YoonGi de perfil. Él no puede vernos ni de reojo ni en el reflejo del espejo, pero Jimin no quiere arriesgarse y se queda quieto, sin entrar, tan solo observando algo que sabe perfectamente, no debería estar viendo. Tanto él como nosotros nos sentimos un tanto cohibidos y avergonzados, porque poco a poco recorremos con nuestros ojos el cuerpo en ropa interior de YoonGi. La ropa descansa sobre una silla cercana y mientras su cuerpo tiembla a la luz de la luna, sus ojos lo imitan pero estos están húmedos, llorosos. Nos damos cuenta de que está llorando no porque haga un solo ruido, sino por el carril que las lágrimas han seguido a lo largo de sus mejillas.

Jimin se ha quedado petrificado, observando con ojos nerviosos la blancura del cuerpo frente a él. Pero algo mucho más peligroso hay frente a nosotros, un cuerpo destruido, destrozado, aniquilado. Maltratado, sodomizado. Desde la línea de las clavículas hasta los tobillos nos encontramos con pequeños moratones, grandes cortes, finas hendiduras de carne que falta, relieve en los cortes cicatrizados. Todo él está marcado y lo que más impresiona de todo no es la forma en cómo su rostro se deforma cuando pasa sus dedos por las heridas, tan solo acariciándose, sino que tal vez tardaríamos horas en recorrer con nuestros ojos y manos cada herida, cada pequeña marca de su cuerpo y jamás podíamos terminar. Lo tétrico es que mañana habrá más, pero nunca habrá menos. Ya no.

Sin darnos cuenta comenzamos a pensar en cómo se habrá hecho cada una. Qué habrá usado, o cómo le habrá dolido. Comenzamos, sin darnos cuenta, a ponernos en su piel y nuestros ojos avanzan habitación adentro hasta situarnos a su espalda donde las vértebras hacen acto de presencia bajo el telón blanco que es su piel. No falta una sola y todas están abrazadas por las costillas, marcadas. Sobre todo el conjunto de huesos, los omoplatos lo recogen todo y la cadera, oculta por la ropa interior, encuadra el conjunto. Podemos ver los gestos que hace por la imagen que el espejo nos proporciona. Pasa su mano por su pecho, y poco a poco la desciende pasando por todo su torso. Después su vientre y tira un poco de la piel al lado de su ombligo. Continua bajando acariciando su sexo bajo el calzoncillo y después sus muslos, su trasero. No dejan de caer lágrimas y para contener los sollozos, buenos son sus dientes apretando sus labios.

Una respiración más alta que otra le hace dar un respingo y mira directo a la puerta donde se esconde el rostro de Jimin. Lo distingue rápidamente y antes de que siga viéndole, coge su camiseta y se cubre con ella el pecho, pero en la expresión de Jimin ve que ya es demasiado tarde, ha visto demasiado.

–¡¿Qué haces ahí?! –Pregunta en un susurro pero con voz furiosa. Jimin sale de su ensoñación y cierra rápido. Salimos junto con él y observamos unos segundos su mirada perdida en la puerta frente a él y antes de darnos cuenta, sale corriendo hacia su cuarto. Cuando llega entra dentro y cierra detrás de él. Se queda unos segundos apoyado en la puerta esperando escuchar algo y efectivamente, a los cinco segundos se oyen unos pasos descalzos caminando rápido hacia un cuarto lejano. Se oye el sonido de la puerta cerrarse y Jimin se despega al fin de la puerta para tirarse a la cama y cubrirse con las mantas, para cubrir su rostro con las manos e intentar calmar su respiración desbocada por la terrible imagen que ha presenciado. Antes de irnos, comienza a sollozar.



 

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