FRENTE A LA COMIDA (YoonMin / VKook) - Capítulo 4

Capítulo 4


Narrador omnisciente POV:

 

De nuevo estamos parados frente a una pared con los ojos bien abiertos. Se nos muestran unos azulejos blancos con vetas grises, de un color claro, casi a primera vista no somos capaces de distinguirlos, y menos aún con la poca luz que entra desde un foco en lo alto de la estancia. No tenemos referencias espaciotemporales por lo que no podemos ver con claridad si es de noche o de día, pero por la luz azulada del exterior nos la jugamos, es de noche. A nuestro alrededor está todo en silencio y en el ambiente flota un extraño olor a productos químicos. Hace frío, eso también se nota.

–Entra. –Suena una voz desde el exterior y nos giramos ciento ochenta grados para darnos cuenta de que estamos en un pequeño cubículo con un retrete. Frente a nosotros se abre una puerta y Jin está al otro lado sujetando la manilla mientras deja pasar a YoonGi dentro y este le devuelve el gesto con una inclinación de cabeza y un suspiro alicaído. Enfundado en una sudadera gris y unos vaqueros negros que se ajustan a sus piernas entra en el cubículo y espera que Jin cierre la puerta para encender la luz fluorescente de dentro y acercarse al retrete para abrirlo y sacarse el pene por entre la bragueta para orinar. Lo hace en unos segundos y cuando termina golpea con los nudillos la puerta. Jin abre, esperando como estaba al otro lado y se asoma al retrete para comprobar la orina. No es algo habitual con la orina pero debe hacerlo con todo tipo de deposiciones que hagan los pacientes para ver si no han vomitado, si no han tirado comida que se hayan podido guardar o si no usan laxantes para evacuar con más frecuencia.

Nosotros esperamos dentro mientras vemos que YoonGi sale y Jin tira de la cadena. Jin le habla.

–Buenas noches. –Pero no recibe más que un suspiro y un frío silencio por su parte. Jin niega, desistiendo de intentar buscar acercamiento y deja pasar al siguiente y al último– Pasa, Taehyung.

El chico, enfundado en su capucha y con las manos metidas en el gran bolsillo central de la sudadera entra con la cabeza gacha y con un suspiro cierra la puerta detrás de él como si nada. Se toma un par de segundos para respirar profundo y a sabiendas de que van a pillarle, el remordimiento dentro de él le obliga a arremangarse las mangas de la sudadera, retirarse la capucha de la cabeza y sentarse de rodillas en el retrete. Algo mucho más fuerte que él le está controlando, le domina, le somete y le hace arrodillarse frente a la taza para sujetarse con una mano a la cerámica del retrete y con otra, conducir dos de sus dedos a su boca. Hay veces, que justo inmediatamente después de comer no lo necesita ni siquiera. Vomita instantáneamente provocándose arcadas tosiendo. Pero esto es más rápido y efectivo. Sus dedos acercándose a la campanilla le provocan una arcada involuntaria que le pone el estómago del revés y se inclina dentro del retrete cayendo en violentos espasmos y vomitando toda la cena. El sonido se amortigua por la cerámica pero con una vez no tiene suficiente y se provoca una nueva arcada, vomitando los restos que le quedasen. Ahora no se preocupa por ser silencioso y nada parece poder detenerle ya.

La puerta se abre y un Jin, asustado y con las manos temblorosas, se queda petrificado sujetando la puerta. Tarda un segundo en reaccionar en lo que TaeHyung ha terminado su segunda ronda y alza la mirada con labios manchados y ojos llorosos. Aun sujeto al retrete, aun con intención de hacerlo una vez más.

–¡Taehyung! –El grito se oye por todo el baño y si estuviéramos fuera lo habríamos oído también. La reacción de Jin es lo suficientemente violenta como para hacer romper a llorar a TaeHyung, cansado de ser descubierto. Las manos de Jin van a la sudadera de TaeHyung y le obliga a lavarse la boca en el lavabo. Taehyung obedece casi con sumisión y sale despedido en cuanto tiene oportunidad zafándose de las manos de Jin. Corre pasillo adelante mientras Jin se queda parado en la puerta debatiéndose si perseguirle para pagar su castigo o mejor dejarle marchar. Opta por limitarse a dejarle ir.

Seguimos la marcha de TaeHyung por todo el pasillo hasta que nos topamos con la primera puerta que aparece de la nada. Una puerta blanca, del mismo color que las paredes pero de madera. Un pomo redondo de metal decora uno de los lados y poco a poco, y como nos ha llamado la atención, nos acercamos a ella con lentitud para adentrarnos con perdonada intromisión en el interior. Descubrimos un silencio ensordecedor. No se oye apenas una respiración mientras vemos a un chico sentado en un escritorio con una revista en sus manos. Lo que más llama nuestra atención de todo el lugar es el poco espacio que hay. No es una habitación de hospital, más bien parece un trastero amueblado como habitación. Más parecido a las celdas de las monjas recluidas que una habitación de un chico joven, como cualquier otro. A la derecha tenemos una cama empotrada a la pared y sobre esta, una pequeña ventana. En el otro extremo, un escritorio y sobre este, una pequeña balda donde unos libros decoran la madera.

El chico sentado en el escritorio no es otro que Jimin, embobado con la imagen de la revista en sus manos. Una revista de moda juvenil en donde se ha quedado mirando un modelo masculino que sorprendente entra en la talla treinta y dos. Ver esa imagen le saca en el rostro una sonrisa que somos testigos de ella, pero al mismo tiempo y casi instantáneamente pasa su mano por su vientre oculto tras una camiseta y esa sonrisa que nos había seducido segundos antes se torna una expresión de tristeza y desánimo. Sigue pasando las páginas y ese mismo gesto se repite todas las veces que aparecen modelos en la revista.

Unos pasos se acercan, Jimin da un respingo y cierra la revista para sentarse sobre ella y coger uno de los libros de lectura de la estantería y colocarlo donde estaba antes la revista. La puerta del cuarto se abre dejando entrar una luz más clara desde el exterior. Jin aparece por la puerta con una sonrisa amable y paternofilial.

–Buenas noches, Jiminie. Duerme bien. –Jimin asiente mientras da un largo suspiro y se hace el despistado mientras finge leer del libro mientras espera a que la puerta se cierre. Cuando han pasado unos segundos de ello se levanta a toda velocidad y con la revista que tenía bajo él se arrodilla al lado de la cama y la guarda bajo el colchón. Podemos sentir como la adrenalina en su cuerpo poco a poco se va calmando y con un ligero suspiro de tranquilidad da por finalizado el día.

Salimos del cuarto para seguir los pasos de Jin que se dirigen a la habitación contigua con paso lento. Podemos ver cómo el borde de su bata blanca baila en su caminar y como sus mocasines emiten un evidente sonido. Se detiene frente a una puerta exactamente igual que la anterior. No hay nada que las diferencie, ni siquiera un pequeño letrero. Pero de quererlo podríamos fijarnos mejor en las betas de la madera que la pintura blanca no ha conseguido ocultar para diferenciarlas. Jin abre esta segunda puerta escudriñando en la oscuridad de este cuarto y tras fijarse en el bulto arrullado en la cama da por hecho que el paciente duerme, y le dejamos dormir mientras Jin cierra la puerta y se dirige a la siguiente, dejando atrás a un Hoseok caído por el agotamiento de la falta de fuerza para seguir en pie.

Tras que abrimos la tercera puerta nos encontramos a Namjoon, sentado igual que lo estaba Jimin, sobre el escritorio leyendo plácidamente un libro que no somos capaces de identificar. Jin le aconseja dormir pero NamJoon le incrementa que no es necesario para él y que prefiere dormir menos, ya que según él, duerme demasiado. Jin desiste y cierra la puerta. Algo en lo que comenzamos a ser conscientes a medida que nos adentramos en más habitaciones, es que todas tienen la misma distribución en cuanto al mobiliario. Todos tienen la misma ventana y en lo único en lo que difieren es en la mínima decoración personal que adorna los estantes y la mesa.

La siguiente puerta está abierta, para nuestra sorpresa, y cuando nos adentramos al interior junto con Jin, descubrimos a Taehyung sentado al borde de la cama con el rostro escondido en sus manos y llorando, con fuertes convulsiones en sus hombros. Poco a poco entramos en el cuarto junto con Jin pero mientras que nosotros nos detenemos, Jin acaba acuclillándose a su lado y pasa una mano sobre su hombro. Las combustiones se detienen momentáneamente pero no descubre su rostro de entre sus manos, y menos deja de llorar.

–Lo estabas haciendo bien… no habías hecho esto en días…

–Lo siento… lo siento… –Repite casi como un dogma. Lo repite las suficientes veces cómo para hacernos sospechar que en realidad no lo siente como él lo dice.

–No pasa nada, es normal recaer…

–No voy a salir de esta. –Dice de repente poniéndonos los pelos de punta, pero Jin le estrecha entre sus brazos, le da un dulce beso en la coronilla y le ayuda a incorporarse para meterlo en la cama. No le arropa porque la situación sería violenta y tampoco se sienta al borde de la cama para continuar con el consuelo. No es su padre, es su médico.

–Buenas noches, Taehyung. Mañana hablaremos de esto. Ya verás como todo sale bien. –El chico asiente y se embute en la cama con chándal incluido. No necesita de cambiarse, tampoco va a poder pegar ojo.

Salimos del cuarto antes que Jin y nuestros ojos van directos a la siguiente habitación. Esperamos fuera y cuando Jin abre la puerta nos colamos dentro como el viento en una ligera ráfaga de aire. Estamos unos segundos pululando en la habitación viendo como la oscuridad se la ha tragado y tan solo la luz de la luna entrando por la ventana no hace ser conscientes del bulto dormido en la cama. Es un pequeño y menudo bulto hecho una bola. No distinguimos bien sus piernas ni sus brazos porque todo está cubierto con la manta a excepción de la cabeza y una de sus manos. Jin cierra detrás de él al salir pero nosotros no nos vamos con él.  Nos quedamos unos segundos suspendidos sobre la cama reconociendo las facciones que la luna a trazado con tanta calidez. Nos quedamos absortos en la palidez de un rostro bien pulido. En la fina línea de sus labios un poco hinchados. Esta vez no han sido maltratados. Tan solo ha llorado y lo vemos en el brillo del recorrido de las lágrimas por sus mejillas y sienes. Ahora duerme, ya nada le duele, pero en su muñeca iluminada podemos distinguir varios nuevos moratones, esta vez mucho más fuertes de lo que nos habríamos podido esperar, hecho con la goma negra que cuelga de su manita. Podemos ver como varios círculos morados adornan como más pulseras su muñeca. Ahora duerme, ya no puede seguir haciéndose daño.

En vez de salir esta vez por la puerta, nos colamos por la pared a la habitación paralela que da a un cuarto similar, con similar distribución pero este no está en silencio. Oímos gemidos de cansancio y dolor producidos por Jeon, con los pies en alto sobre el colchón y su cuerpo en el suelo. Sus manos en su nuca, está haciendo abdominales. Estos no se detienen, al contrario de lo que pensamos, cuando Jin entra en el cuarto y se queda mirándole. Está a su espalda pero aun así Jeon sabe que está ahí. Pero no se detiene.

–¿Cuánto tiempo llevas así, Jeon?

–Seis. –Dice sin parar de levantar su torso.

–¿Horas? –Pregunta Jin asombrado.

–Sí. –Jeon se detiene de golpe, se pasa en dorso de la mano escondido en la sudadera por al frente para retirar el sudor y se gira para mirar a Jin con una expresión de satisfacción–. Aún me quedan dos horas más.

–Es hora de dormir, Jeon. Vamos…

–No. –Contesta firme y Jin se cruza de brazos y se apoya en el marco de la puerta.

–¿Has vuelto a tener dolores de cabeza? –Pregunta Jin.

–Sí, esta mañana.

–¿Y mareos? –Jeon niega con la cabeza.

–Se debe al ejercicio desmesurado, Jeon. –Este niega con la cabeza.

–Se debe a los gritos de Namjoon, no para de quejarse todo el santo día. –Jin ríe sin querer y Jeon sonríe.

–No podemos ayudarte si no entiendes que tienes un problema, Jeon. Y esta conducta de hacer ejercicio tantas horas seguidas es un síntoma.

–Tengo que hacer el ejercicio, Jin hyung. –Jeon hace un puchero y Jin suspira.

–¿Por qué?

–Porque tengo que tener músculos. –Jeon se remanga el brazo y le enseña su bíceps–. ¿Ves? Estoy enclenque y débil. –Jin frunce el ceño y los labios.

–No creo que seas pequeño y enclenque. Mírate, creo que podrías golpearme y dejarme KO si quisieras. –Jeon ríe pero niega con el rostro.

–No lo creo, hyung. Creo que hasta YoonGi podría tirarme al suelo e inmovilizarme si quisiera.

–¿Eso crees?  A mí me parece…

–No me importa lo que a ti te parezca. –Sentencia Jeon cansado de la conversación–. Yo no veo lo que tú, punto.

Jin acaba asintiendo y le desea buenas noches, recomendándole que no haga más ejercicio y se va. Nosotros nos quedamos para ver como Jeon hace oídos sordos y se queda a entrenar una hora más. O hasta que desfallezca por el cansancio.

 

 

 

 

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