SÍNDROME DE ESTOCOLMO (JiKook) - Capítulo 3
CAPÍTULO 3
Jungkook POV:
Despierto a los segundos de una somnolencia
pesada. En realidad he sido vagamente consciente del tiempo que ha pasado desde
mi desmayo, algo así como media hora. Tiempo suficiente como para oír a ese
hombre rebuscar de allí para acá y cuando me dio la sensación de que sus
fuerzas no daban para más desapareció.
Yo aun tirado en el suelo y torpemente cubierto
por la sábanas que tan impuramente han sido mancilladas me recompongo cubriendo
mis intimidades con la ropa que encuentro tirada a mi alrededor. Sintiendo un
fuerte dolor de cadera me levanto y pretendo salir de mi cuarto para avisar a
la policía de lo sucedido pero algo en mi estómago se revuelve amenazante de
salir inmediatamente.
Corro al baño que hay dentro de mi habitación y
caigo de rodillas allí pero no me ha dado tiempo a llegar porque el vómito cae
en la taza manchando todo el suelo a mis pies. Toso el vómito que aun se
mantiene en mi garganta y eso me provoca más arcadas aún, suficientes para
vaciar mi estómago que ya en sí no tenía mucho.
A los minutos suspiro y me resigno a levantarme
y lavar mi boca en la que ha quedado un sabor amargo horrible. Cuando creo que
me he recompuesto salgo de allí para bajar poco a poco las escaleras y
encontrarme de nuevo allí a mis pies dos grandes bolsas de viaje, estoy seguro, repletas de dinero y joyas. Mi dinero
y mis joyas.
Me asomo un poco más por el borde para
vislumbrar una máscara blanca, ocultándome un rostro desconocido que cocina las
pocas verduras que yo dejé a medio hacer. Se ve tranquilo y paciente, incluso
diría que alegre mientras baila con sus caderas una de mis canciones. Esta sale
por los altavoces y no puedo evitar sentir yo también el impulso de cantar pero
me detengo presa de un pánico que con los segundos se convierte en curiosidad.
Mis ojos no parpadean y mi cuerpo se mantiene
aún oculto, inerte. Respiro una, dos, tres veces. Todas las que un posible
ataque de ansiedad me pueda proporcionar pero me aprovecho de que no me ve para
analizarle y guardar en mi mente todo lo que alcanzo a ver para un posible
interrogatorio policial.
Lleva unos pantalones vaqueros algo viejos por
lo que supongo serán cómodos para él y le proporcionaran la suficiente
seguridad como para entrar en una casa tan vigilada como la mía sin ser
descubierto. Además, una camisa negra que se ciñe perfectamente a su cintura y
se interna, desde sus caderas, bajo el pantalón. Ninguno de los botones de esta
está desabrochado por lo que me puede ofrecer una imagen de él muy elegante.
Pelo negro también, a juego con el resto. Con zapatillas que resultan demasiado
informales para mi gusto y por último, lo que más desentona. Una máscara
blanca, simulando unos rasgos faciales humanos y con dos aberturas para sus ojos
que a pesar de ellos se mantienen en tinieblas.
—Espero que te guste el bibimbap*. –Creo que
habla consigo solo pero a los segundos me doy cuenta de que es consciente de mi
presencia y probablemente lo haya sido desde el principio—. No se me da bien cocinar
y la verdad es que no veo mucho más por aquí que me ayude.
—¿Por qué no te has ido? Ya tienes todo lo que
querías. –Me dejo ver un poco. Tan solo un poco. No demasiado.
—La policía sale a patrullar desde las nueve y
media hasta las once menos cuarto. Pasarán por delante de esta casa ocho veces
en todo su recorrido y no puedo arriesgarme. Mi plan inicial era salir de aquí
antes pero me has entretenido.
—No creas que voy a dejarte salir de aquí tan
fácilmente. ¡Policía! –Me dispongo a salir corriendo por la puerta que está a
unos metros de mí pero el sonido de su arma vuele a ser mi debilidad. Le miro
expectante. Él me apunta con una mano mientras que con otra remueve la verdura
que ya está lista para comer.
—Si lo haces te mataré, me llevaré tu dinero y
todos felices. Si no lo haces, puede que vivas.
—¿No me lo garantizas?
—Solo puedo garantizar la muerte, no la vida.
—La policía te encontrará. –Digo firme y
seguro.
—Llevan años buscándome. ¿Qué te hace pensar
que esta será diferente? –Todo mi cuerpo se ve inútil y sin fuerzas.
—Porque yo lo digo.
Me mira y sé que está sonriendo aunque no pueda
verlo porque su risa es sonora. Se mofa de mí y de mis palabras y yo no puedo
hacer otra cosa que suspirar y dejarme encañonar con facilidad. Él baja su arma
y vuelve a lo que hacía. Me asombro de todos sus movimientos. Como ahueca el
arroz en dos cuencos independientes y en cada uno deposita la misma cantidad de
verduras y algo de carne que ha sazonado y cocinado posteriormente.
—¿Tienes vino?
—¿Vino? –Repito temiendo no haber oído bien.
—Sí. Un vino tinto será genial para esta
comida.
—¿Encima de mi dinero también quieres robarme
el vino?
—Sí, pero te dejo compartirlo conmigo.
—Yo no bebo.
—¿Aún menor de edad? Yo ya bebía con catorce
años.
—Por eso no se ha desarrollado tu crecimiento.
–Río de mi propio comentario jocoso pero a él no le ha hecho ninguna gracia.
—Saca el vino. –Su voz es grave y firme
volviendo a recuperar la autoestima y la masculinidad que yo le he robado—. Dos
copas y siéntate a la mesa. Es hora de cenar.
No me queda más remedio que acatar todos y cada
uno de sus cometidos y ver en cada pequeño descuido de su excéntrica
personalidad una pequeña oportunidad para librarme de él.
———.———
*Bibimbap: es un plato popular de la gastronomía de
Corea. Literalmente significa “arroz mezclado” o “comida mezclada”. Consiste en
un cuenco de arroz con vegetales y carne encima. Al momento de comerlo se deben
revolver los ingredientes y agregarles aceite de sésamo y gochujang (pasta de
pimiento picante rojo). Usualmente se sirve junto a una sopa y otro plato de
acompañamiento.
Comentarios
Publicar un comentario