METAMORFOSIS (YoonMin) [One Shot]
METAMORFOSIS
Jimin POV:
Hoy hace un día extrañamente soleado. Hacía
muchas semanas que no veíamos el cielo despejado pero la llegada del verano ha
supuesto un hermoso cambio justo en la temporada baja en la que nos podemos
permitir viajar con el poco tráfico de las autopistas hacia Busán. Alrededor el
cielo está claro, iluminado por una despejada vista de la ausencia de nueves.
Alguna que otra bandada de pájaros cruza el cielo muy de vez en cuando
impulsadas por un instinto irracional que las obliga a seguir una misma
dirección como movidas por algo incomprensible.
A cada lado, por el momento, no vemos más que
los horizontes desiertos de campos a principios de la siembra y el quitamiedos
que nos separa de estos. La autopista se divisa lisa, limpia, pulida, recién
asfaltada y pintada. Algunos coches los dejamos atrás mientras otros, más
audaces y temerarios, nos sobrepasan con un fuerte rugido que nos pone la piel
de gallina. Mientras me acomodo mejor en el cómodo asiento del copiloto dejo
mis manos sobre mi regazo mientras dirijo la mirada fuera deslumbrándome
levemente por la luz del sol reflejándose en el retrovisor y dañando mis ojos.
En una leve curva desaparece y puedo parpadear libre de la presión.
A lo lejos distingo alguna que otra nave
industrial que se usará probablemente como almacén para todos los vehículos
necesarios para la siembra del trigo que crece alrededor. Algún pájaro
revoloteando alrededor. No me llega ningún sonido externo porque el ruido del
motor y las voces a mi lado son suficientes como para acallar cualquier otra
cosa y solo sentimos si algún otro coche, ajeno a nosotros, pasa cerca de
nosotros a gran velocidad. Apenas hace unos minutos nos ha pasado un Ferrari de
color rojo, a ras de suelo y dándonos la impresión de que alzaría el vuelo en
cualquier momento sobrevolando nuestras cabezas. Tan rápido como ha aparecido,
se esfumó por el horizonte del asfalto.
Siempre me imaginé de joven que si prosperaba
en mi trabajo podría comprarme uno de esos y cabalgar sobre sus asientos de
cuero por la ciudad de Seúl acompañado de mis amigos o de cualquiera sobre el
que quisiera restregar mi fortuna. Cuando supe que costaban más de 500.000
dólares se me quitaron automáticamente las ganas y más aun cuando mi paga
mensual como camarero era menos de 1.200 y apenas conseguía pagarme todo lo que
mis necesidades biológicas me pedían. Con el paso de los años he conseguido
ahorrar lo suficiente como para permitirme una semana de vacaciones en Busán
con mis dos mejores amigos, TaeHyung y JungKook.
En este pequeño Kia de cinco plazas estamos
nosotros tres y unas cuantas maletas que al no caber todas en el maletero,
alguna la hemos tenido que dejar en los asientos traseros. TaeHyung al volante
mantiene una expresión de concentración con los labios fruncidos y los ojos
entrecerrados. Su cabello castaño, cortado a forma de tazón, baila de vez en
cuando sobre su flequillo y hace un movimiento de cabeza para despejarlo de su
frente que con el paso de los días se ha ido convirtiendo en un incómodo y
desagradable tic. Hoy lleva una animada camisa blanca que le queda grande con
un estampado de anclas bien esparcidas por toda la tela. De vez en cuando me
mira comprobando que todo esté bien alrededor y yo le devuelvo la mirada con
entusiasmo.
Yo estoy sentado a su lado, con unos vaqueros
ajustados y una camiseta de manga larga de rallas negras y blancas. Tengo
varios anillos en los dedos con los que me entretengo en los momentos en los
que el viaje se me hace mucho más largo de lo que debiera. A mi espalda, en
medio de los tres asientos y entre TaeHyung y yo, está sentado Jeon que, al
igual que un niño pequeño, se revuelve en su asiento cada vez que siente que el
aburrimiento y el tedio le pueden. A mí comienza a pellizcarme el brazo y a
TaeHyung le ha sobado el pelo durante una hora. Cuando algún coche nos adelanta
se indigna y se revuelve en su asiento intentando alcanzar el volante en las
manos de TaeHyung para cerrar la carretera al otro conductor. Cuando ve un
cartel publicitario algo más llamativo que los que están medio despegados, lo comenta
durante minutos enteros.
-¿No te has traído los cascos? –Le pregunto
girando mi rostro para verle cruzado de piernas y con las manos sobre su
regazo. Me mira con una sonrisa entusiasmada por ser el centro de mi atención-.
Ponte algo de música.
-Los traje pero se me ha olvidado sacarlos de
la maleta. –Señala con un dedo el maletero a su espalda. Hace un adorable
puchero y suspira, cansado.
-En mi maleta hay unos, búscalos. –Le digo
señalando mi maleta acomodada en el asiento a su lado. Entusiasmado se dispone
a rebuscar dentro y yo me coloco de nuevo en mi asiento mirando de reojo a
TaeHyung. Este me mira, me sonríe y sigue mirando la carretera.
-¿Cómo te han permitido coger dos semanas
enteras en el restaurante? –Me pregunta sorprendido.
-Ya me debían las vacaciones de navidad y he
empalmado unas fiestas con otras. Mi jefe cuando quiere se porta. –Taehyung
asiente comprendiendo.
-A nosotros en la cafetería nos han dado el mes
entero porque cierran en verano. El señor Wan se va de vacaciones a Tokio con
su esposa. El año que viene seguro que es su último trabajo. La cafetería se la
quedará el hijo mediano.
-Ya podrían dártela a ti, has trabajado ahí más
que su hijo. –Digo frustrado pero TaeHyung se encoge de hombros mostrándome su
compresión con la situación.
-Pero es su hijo, al fin y al cabo, y yo no
quiero pasarme toda la vida trabajando ahí. No quiero seguir poniendo cafés el
resto de mi vida.
-Ya supongo. ¿Hasta que termines la carrera de
derecho?
-Tal vez algo más. Quiero ahorrar para seguir pagando
el piso y cuando tenga suficiente ingresar en un bufete.
-¿Ya sabes en qué te vas a especializar cuando
termines? Este es ya tu último año…
-En fraudes fiscales. –Asiento.
Taehyung y yo somos de la misma edad, 27 años.
Él estudió filología coreana pero al terminar la carrera decidió estudiar otra,
insatisfecho con sus estudios. Así, y tras varios años sabáticos acabó
enfureciendo a sus padres y se ha visto obligado a trabajar para hacer una
segunda carrera en la que realmente pueda sentirse realizado. Yo por el
contrario me licencié en restauración y estuve varios años yendo a una escuela
de cocina. Aspiro a ser algún día dueño de un restaurante pero, mientras tanto,
me mantengo aferrado a la bandeja de metal sobre la que sirvo alimentos
descongelados en un restaurante italiano de mala muerte.
-Hyung, te he encontrado los condones, algo de
maquillaje, ciento cincuenta anillos y unos calcetines rosas. Pero no encuentro
los endiablados cascos. –Jeon a mi espalda comienza a guardar todo de nuevo en
la maleta enfadado y con un infantil puchero en los labios. Al girarme le miro
y veo como se mete uno de los condones en el vaquero del pantalón. Estoy a
punto de recriminarle algo pero me lo habría pedido de todas formas por lo que
me limito a mirarle cómplice y él me sonríe, avergonzado. Pero no lo devuelve.
-Aguanta un poco más, no tardaremos en llegar.
¿No hueles ya el mar? –Niega con el rostro. ¿Cómo iba a olerlo? Tenemos las
ventanillas subidas.
Jeon, de 21, es camarero en la misma cafetería
que TaeHyung y ambos dos se conocieron allí. Ambos llevan viviendo en el mismo
piso desde hace tres años, en cuanto JungKook vino a Seúl desde Busán para
estudiar la carrera universitaria. TaeHyung acababa de tener el enfrentamiento
con sus padres y ambos vieron la oportunidad de vivir el uno con el otro,
independientes pero con un amigo con el que compartir vida. Jeon estudia
magisterio para niños de primaria. Es muy buen estudiante y siempre sabe como
arreglárselas para sacarle una sonrisa a cualquiera. A veces me preocupa que
sea más infantil que los propios alumnos, pero su altura y su fuerza físicas
pueden amedrentar a cualquier revoltoso. Yo los conocí a ambos cuando, hace dos
años, me vi obligado a buscar un piso con un precario sueldo y ellos se
animaron a dividir el alquiler de la casa en tres. Todos salimos ganando y
desde hace dos años, son mis compañeros.
-Kookie, pásame las patatas. –Dice TaeHyung
soltando una de sus manos del volante para abrir su palma en ademán de coger
algo de los asientos de atrás. Kook le pasa una bolsa vacía y TaeHyung mira la
palma de su mano unos segundos. Los suficientes como para analizar que no es
más que una bolsa vacía y manchada de grasa. TaeHyung rueda los ojos y yo
sonrío divertido.
-Glotón. –Susurro con lo que recibo una patada
en el asiento-. ¡Eh! Que el coche es alquilado, no lo golpees.
-Hyung… me aburro…
-¿Quieres que ponga la radio? –Jeon asiente y
llevo una de mis manos a uno de los botones para encender la radio pero la
emisora que estaba seleccionada se escucha con interferencias por estar en
medio de la autopista lejos de antenas de radio. Intento sincronizar otra
cadena y los números comienzan a sucederse y las voces vienen y se van marcadas
por interferencias que hacen vibrar el aire en el ambiente manteniéndonos en
una tensión por escuchar a la fuerza e intentar comprender inútilmente.
A lo lejos percibimos un par de notas de piano.
Poco a poco nos acercamos a la música como si despejásemos unas cortinas
pesadas, un velo que nos ocultara un rostro dormido. Las notas eran de un piano
y ahora nos sumergimos en una acústica perfecta que nos obliga a no hacer un
solo ruido. Son unos acordes suaves, sumisos, desconocidos pero atrayentes. Ya
no puedo cambiar de cadena pero tampoco quiero. Alejo mis manos de la radio y
me quedo mirándola aun en tensión. Los acordes siguen adelante, unos dedos
pulsan las teclas con cuidado, con nostalgia, con tristeza. Como si el sonido
lo estuviera produciendo la radio con autoridad e inteligencia, me la quedo
mirando como contemplaría un piano de cola con un hombre sobre el taburete, con
sus manos sobre el piano. Puedo ver las teclas presionadas por unos ágiles y
habilidosos dedos deslizándose sobre la madera con práctica y rapidez. La
melodía comienza a coger intensidad, que no rapidez. Las teclas se pulsan con
más fuerza, con más pasión. La pasión dura unos calurosos instantes pero no es
más que el preludio de un desenlace violento, trágico. Las notas se golpean
furiosas y a mí me crean una extraña sensación en el estómago. Mis manos se
cierran y se contraen. Me quedo con la boca seca y me gustaría hablar pero
estoy conteniendo la respiración como si al hacerlo, pudiera interferir en
sonido que se cuela por mis oídos.
Las últimas notas caen en picado por un
precipicio acompañadas de la violenta representación del final de la melodía.
Un silencio se produce ayudado del eco del vertiginoso viaje que han hecho los
acordes. Como si acabásemos de diseccionar un cadáver, damos las últimas
puntadas a la piel para cerrar la herida con un par de notas suaves, simples,
que nos ayuden a volver al cauce del que venimos, que nos sosieguen el alma y
el corazón. Cuando la canción termina me dejo caer en el asiento, exhausto,
dolorido, como si me hubieran golpeado hasta la inconsciencia. Noto mi
respiración agitada, mi visión borrosa. Siento un extraño cosquilleo ascender
desde mis pies hasta mi cuello y cierro los ojos dejando que el cosquilleo se
cuele dentro de mi cerebro y revuelva unos segundos entre los recuerdos. Una
voz suena, la del presentador del programa.
-Bienvenidos de nuevo a
KoreaPopFM. –Suena una música
animada, electrónica, nada que ver con la anterior pieza de piano, anunciando
el nombre del programa con una voz dulce y graciosa-. Espero que hayan disfrutado tanto como nosotros de esta maravillosa
pieza de piano, compuesta por uno de los mejores compositores de esta década. O
al menos, de la década hasta el momento. ¡Y aquí lo tenemos! –La voz del
presentador es una voz clara, animada, graciosa, extrovertida. Perfecta para un
canal de radio de música, pero la segunda voz que aparece, la del compositor,
hace que me dé un vuelco al estómago.
-Hola, Hoseok. –Dice. El locutor lo presenta.
-Aquí
tenemos a Suga, el compositor de esta pieza. Como todos sabemos ya, acabas de
lanzar tu primer disco, “Metamorfosis”. Dime, ¿cómo te sientes al respecto?
-Bastante
emocionado la verdad. Es una experiencia totalmente nueva y a veces asusta
bastante. Sientes un vértigo enorme. Pero otras, una alegría completa. –Se
escucha un “Oh” de fondo. Tal vez otros locutores de radio, tal vez un sonido
programado del programa que activan cada vez que es necesario como las risas en
los programas de humor televisivos.
-Me alegro de que estés viviendo
toda esta experiencia al máximo. Para los que no te conozcan aún, eres un
pianista y compositor de Daegu que acaba de lanzar su primer disco y que ha
sido el TOP en ventas. Has batido todo los records.
-Sí. –Contesta el hombre con un tono de modestia-. La verdad es que estoy muy agradecido a
todos lo que han sabido valorar mi música.
-Es sorprendente, la verdad.
Usualmente los tops en ventas suelen ser grupos de pop o rap, pero nunca solos
de piano. ¿Qué crees que es lo que ha podido hacer de tu obra algo tan
atrayente?
-Creo que ha sido que he
compuesto desde el corazón y he sacado todo lo bueno que hay en mí. También lo
malo. Eso es lo que creo que ha gustado, la humanidad que muestro. Ser débil,
ser fuerte. Un par de notas pueden trasmitirlo pero hay que saber qué teclas
pulsar.
-Estoy de acuerdo contigo, Suga.
Pero bueno, antes de hablar de ti, háblanos de tu disco. En él podemos
encontrarnos solos de piano y algunas colaboraciones que has hecho con otros
músicos y compositores del país. ¿Cómo quién?
-Yiruma y Henry Lau. Ambos dos
son muy famosos internacionalmente y pensé que tal vez podrían ayudarme con
algunas canciones. La verdad es que ambos dos son unos verdaderos profesionales
y he aprendido mucho con esto.
-Me alegra de que así sea. –El locutor se detiene pensando unos segundos.
Tal vez leyendo algo en un papel-.
“Metamorfosis” –Dice. Puedo imaginar
a la otra persona asintiendo-. ¿Por qué este nombre? Y no me digas que te has
inspirado en el libro de Kafka*. –Se oyen risas.
-No, más bien me imaginaba una
metamorfosis algo más elegante y personal que el paso de un hombre a un
escarabajo. –Risas nuevamente.
-¿Es algo así como una
transformación personal?
-Sí, algo así.
-¿Cuándo comenzó esta
transformación? ¿En tu etapa de estudiante?
-No. Más o menos hace dos años.
Cuando tenía 26 o 27.
-Ya veo. Pues bien, el título del
disco es básicamente por la canción principal del mismo nombre, pero, dinos. Esta
no es la que acabamos de escuchar. ¿Qué puedes contarnos de esto?
-La verdad es que es complicado
de explicar. Antes de lanzar el disco añadí precipitadamente esta canción a la
lista. El productor se enfadó bastante pero al parecer, es la que más ha gustado
al público y por la que nos conocen al disco y a mí.
-“Impasse” –Dice el locutor, lo que entiendo que es el
título de la melodía de piano que ha sonado segundos antes-. ¿Esta canción tiene algo de especial para
que quisieras introducirla dentro del disco?
-Esta canción la compuse a
principios del año pasado. A comienzos de lo que sería mi metamorfosis
personal. Solo fue una especie de lugar donde refugiarme. La compuse en apenas
una semana con los sentimientos a flor de piel, y creo que ese ha sido el imán
que ha conseguido atraer al público. Creo que la quise introducir en el disco
porque formaba parte principal de mi metamorfosis como cualquier otra canción.
En realidad, sin ella puede que no hubiera seguido con el resto.
-Ya veo, tus palabras son muy
profundas. Y dinos, ¿en qué o en quien te has trasformado después de todo el
proceso?
-En Suga. –Dice, simplemente el compositor esperando que
el locutor entienda el significado de las palabras.
-Suga. –Repite-. Antes eras,
simplemente, Min Yoongi. ¿No?
-Algo así. –Me imagino al locutor asintiendo.
-¿Y bien? ¿Dónde ha quedado el
Min YoonGi de antes?
-¿Esta es la parte de la
entrevista donde indagamos en mi vida privada? –Pregunta Suga levemente nervioso, intentando
evitar la pregunta pero solo consigue que Hoseok se ría y repita la pregunta-. Pues bien, no lo sé, la verdad. Durante
estos últimos años he sido Suga demasiado tiempo y he perdido de vista a Min
Yoongi. Creo que se quedó atrás.
-¿Lo echas de menos?
-A veces,
la verdad. Tenía mejor carácter. –Ambos dos se ríen.
-Pero
supongo que fue un cambio voluntario y progresivo. Alguien no se levanta un día
y es otra persona.
-Sí, más o menos. Digamos que una
parte de mí me tiraba más que la otra y tuve que dejar a Min Yoongi atrás. No
habría podido vivir de intentar agarrarme a los dos.
-Ya veo. ¿Qué hubieras hecho de
escoger a Min Yoongi?
-Tal vez estaría en mi viejo
piso, con mi ex-novio, trabajando de profesor de piano.
-¡Vaya! Así que un novio eh…
Háblanos de él.
-La verdad es que prefiero dejar
a esa persona en el anonimato. No… -El locutor le interrumpe.
-Oh, vamos, Suga… Háblanos de esa
vida de antes.
-La verdad es que no hay mucho
que contar. Nos conocimos en Seúl. Él trabajaba en un restaurante y cuando
estuve allí cenando por casualidad con unos amigos lo conocí. Ya sabes cómo son
estas cosas. Te das el número de teléfono, tienes un par de citas y... –Deja un silencio como espacio a lo que surgió
después.
-¿Cuánto tiempo estuvisteis de
relación?
-Alrededor de cuatro años.
-Vaya, eso es mucho tiempo. ¿Lo
dejaste atrás como a Min Yoongi?
-Algo así.
-¿Algo así?
-Digamos que él se desprendió de
mí para dejarme libre. Si él no se hubiera dado cuenta de que me estaba
aferrando a él a costa de mi propia trayectoria profesional, no sería quien soy
hoy.
-¿Te arrepientes de haber
terminado con esa persona?
–Pregunta el locutor. La entrevista se ha vuelto repentinamente más triste y
lúgubre.
-No es cuestión de que me
arrepienta o no. Él se limitó a desaparecer elegantemente de mi vida a
beneficio mío y yo no tuve voz ni voto en su decisión. –La voz del pianista se ha vuelto más dura y
agresiva. No llega a ser impertinente pero mantiene unas distancias personales
considerables. Parece un perro guardián a punto de saltar al cuello del
desconocido que quiere penetrar en la casa ajena.
-Entiendo, no te preocupes.
Seguro que aquella persona solo pensaba en tu bienestar. Encontrarás a mucho
más y mejores a lo largo de tu carrera de quien enamorarte. Aún eres muy joven,
Suga.
-Sí, lo sé.
-¿Y bien? ¿Hay alguna canción que
quieras dedicarle a esa persona en especial de todo el disco que has compuesto?
-Todo el disco, es para él.
-Vaya, que generoso. ¿Y algunas
palabras? Imagina que nos está escuchando sentado en alguna cafetería o en la
cola de algún supermercado.
–Hay un largo silencio en el que el pianista piensa detenidamente unas
palabras. Cuando comienza a hablar, parece temblar un poco.
-Yo… bueno. La verdad es que
nunca he sido bueno con mis palabras, él bien lo sabe. Pero, si me está
escuchando, nunca me dio la oportunidad de darle las gracias por todo lo que
hizo, por todo lo que me ayudó a lo largo de mi vida y por todo lo que, incluso
sin estar, me ha hecho conseguir. Este disco es para ti, amor. Nunca te he
olvidado, y si no me has olvidado tú a mí, llámame. Déjame verte una vez más.
Se produce otro largo silencio de varios
segundos en los que el locutor retoma la conversación.
-Muy hermosas palabras. ¡Y hasta
aquí nuestra entrevista con el famoso pianista Min YoonGi!
Ambos se despiden y una música pop retoma la
lista de reproducciones dejando un vacío alrededor de mi cuerpo. Encogido en el
asiento quito la radio y me quedo unos segundos valorando el amargo aroma que
ha quedado en mi alma. En mi cerebro una espesa niela cubre todos mis
pensamientos y me abrazo a mi mismo mirando por la venta, frunciendo los labios
mientras intento por todos los medios que el nudo en mi garganta no me gane la
pelea. Una mano en mi hombro me hace dar un respingo y miro a TaeHyung que me
mira, preocupado, con una expresión de conocimiento de causa y con una endeble
sonrisa que intenta ser reconfortante. Yo la correspondo, mucho más débil.
-¿Todo bien? –Me pregunta. Se ha creado una
atmósfera de tensión en el coche que pensé que no eran más que sensaciones mías
pero que al parece ha sido mucho más real de lo que me imaginaba. Jeon se ha
callado, y se ha sentado tranquilo en el asiento, escuchando como el resto, la
conversación de la radio. Solo ahora que miro a ambos dos, soy verdaderamente
consciente de que han escuchado todo tal como he hecho yo y que no ha sido
producto de mi mente ni tampoco una conferencia privada. Ha sido real, público
y retransmitido a cualquiera que tuviera esta cadena sintonizada. El vértigo me
sobrecoge. El miedo me controla. Asiento a la pregunta de TaeHyung, intentado
mostrarle una sonrisa que mientras giro el rostro a la ventana se debilita
hasta desaparecer y dejo que dos lágrimas abandones mis ojos con la misma poca
autoridad con la que estoy acostumbrado a obrar.
———.———
*Franz Kafka (Praga, Imperio austrohúngaro, 3 de julio de
1883-Kierling, Austria, 3 de junio de 1924) fue un escritor de origen judío
nacido en Bohemia que escribió en alemán. Su obra está considerada una de las
más influyentes de la literatura universal y está llena de temas y arquetipos
sobre la alienación, la brutalidad física y psicológica, los conflictos entre
padres e hijos, personajes en aventuras terroríficas, laberintos de burocracia
y transformaciones místicas.
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