HEREDEROS (JiKook) [Parte I] - Capítulo 7
CAPÍTULO 7
Jimin POV:
La vergüenza vuelve a acobardarnos. Es extraño
como hasta hace unos momentos, y dentro del ardor de la situación, éramos
capaces de perder cualquier resquicio de vergüenza o pudor, y ahora sin
embargo, mientras terminamos de vestirnos, no somos capaces de mirarnos sin
expresar una sonrisa tímida de un conocimiento cómplice entre ambos. Yo meto mi
camisa por dentro de mis pantalones mientras él termina de ajustarse la
americana a su espalda. Con su ayuda termino por acomodarme dentro de mi ropa,
un beso en los labios como despedida y salimos al pequeño recibidor dentro de
su cuarto y después salimos al pasillo el uno al lado del otro. Él con las
manos dentro de sus pantalones y con las mías dentro de los bolsillos de la
americana, como representando una escena casual. Interpretando una situación
normal como cualquier otra. Nuestra pose dista mucho de ser algo vulgar, más
bien parece una mala postura de algo que intentamos ocultar de forma evidente,
pero no podemos evitarlo. Nuestros nervios están a flor de piel. Me siento
incluso mareado.
A medida que bajamos las escaleras ambos
comenzamos a ser conscientes de un inusual silencio alrededor. Ya no hay gente
charlando, ya no hay agrupaciones de personas alrededor. Como una masa animal
todos están quietos, con sus copas en las manos y mirando a un punto fijo, con
rostros nerviosos, desazonados. Murmurando entre ellos, confusos por lo que
sucede, inquietos por lo que están viendo. A lo lejos, escucho la voz de mi
padre alzarle por encima de todos los murmullos en algún lugar perdido del
salón.
—¿Se atreve a amenazar a mi familia? –A la voz
de mi padre, Jeon y yo nos miramos, nerviosos, y terminamos de bajar aprisa la
escalera casi tropezándonos el uno con el otro. Caminamos entre las personas
hasta desembocar en el salón donde mi padre y el suyo discuten entre un círculo
de personas alrededor que se han quedado paralizadas por la impresión de la
escena. Sentada en la misma butaca de antes, la señora Jeon aguarda el
resultado de la conversación con una copa de champán en las manos. A lo lejos
veo una mesa con una enorme tarta de chocolate. Cerca de ella, un par de
camareros con bandejas repletas de copas con champán.
—Yo no he amenazado a nadie, señor Park,
tranquilícese.
—Claro que lo ha hecho. —Comienza a vociferar
mi padre. Al parecer y por el revuelo que ha creado, creo que llevan
discutiendo largo rato—. Aquí hay testigos que pueden corroborarlo.
—Solo le he advertido de lo que puede traerle a
usted y a su familia no vender a tiempo.
—¿A tiempo?
—Antes de que pierda el interés, señor Park.
Solo es cuestión de tiempo que una empresa con un jefe más suspicaz que usted
recurra en la misma tecnología para hacer más eficiente… —Mi padre no le deja
terminar.
—Es usted un hipócrita. Solo le interesa el
dinero.
—¡Mírese, mi buen hombre! Quien lleva gemelos
de oro es usted, no yo. A mí me importa el avance de mi empresa, no el dinero
que caiga en mis manos. Usted es el que se aferra a seguir ganando una pequeña
cantidad de dinero hasta no se sabe cuándo.
—Es mi empresa. He invertido sangre y sudor por
ella. Me ha dado un futuro a mí y se lo dará a mi hijo. –Me busca entre el
público y me señala con un deje dramático. Yo me acobardo dando un paso atrás
por la responsabilidad que acaba de caer sobre mis hombros.
—Usted no debió rechazar mi oferta. –Dice el
señor Jeon con tranquilidad, sirviéndose una copa de whisky del armario. Lo
hace con sutileza, como si la conversación hubiera acabado. Sentenciando la
disputa. Mi padre no se siente tranquilo y sigue vociferando.
—Me alegro de haberlo hecho, sabiendo la clase
de persona que es usted. –Las personas alrededor comienzan a murmurar
improperios hacia mi padre con lo que me quedo levemente paralizado escuchando
atentamente para ver como mi padre comienza a ponerse muy nervioso al no
recibir ninguna respuesta más del señor Jeon—. Es usted un maldito hipócrita.
–Habla, en alto, haciendo que la señora Jeon comience a escandalizarse y el
señor Jeon deja la copa de whiskey a un lado, sobre un mueble, mientras se
encara a mi padre. Yo doy un paso hacia delante y acabo por interponerme en el
momento justo en que mi padre se abalanza sobre el señor Jeon en clara
intención de golpearle en el rostro.
Es sin embargo mi rostro el que se ve golpeado
y no porque me haya interpuesto en el golpe, sino porque mi padre, al verme en
medio, desfoga conmigo su rencor. El golpe me llega directo al rostro, parte mi
labio y caigo de bruces en la bandeja de uno de los camareros golpeándome con
todas las copas rotas en el suelo. Quedo un segundo en completo silencio con el
ceño fruncido y la mente embotada. Los oídos me pitan y repiten el sonido del
cristal cediendo a mi peso las veces que hacen falta como para que poco a poco
se vean amortiguadas por los susurros de las personas que poco a poco se van
convirtiendo en voces de asombro. Unos cuantos brazos me ayudan a levantar y no
son brazos reconocidos. Meros invitados que sienten una pizca de lástima de mí
mientras yo me miro de arriba abajo atusando mi traje y volviendo la atención a
mi padre que está a punto de enzarzarse en una pelea si no fuera por unos
cuantos brazos más que se niegan a permitir este espectáculo. Busco con la
mirada a Jeon, paralizado en medio de las personas con una expresión de asombro
y miedo.
Acabo cediendo a mi obligación y me acerco a mi
padre para posar las manos en sus hombros intentando tranquilizarle con
palabras de desánimo, alentándole a marcharnos antes de que arruine nuestra
imagen empresarial. Estas últimas palabras acaban por convencerle y ambos
salimos de la casa, nos encaminamos por la salida y acabamos dentro de nuestro
coche en donde el chofer nos esperaba. Suspiro largamente mientras me pongo
cinturón y mi padre comienza a murmurar mientras se muerde las uñas y después
las propias yemas de los dedos. Mira por la ventana como nos alejamos de la
casa pero yo solo tengo ojos para mi propio reflejo en el cristal, tocándome
con una mueca de desagrado la herida en mi labio. Mi padre tal vez no sea
consciente de ella pero de saberlo, creo que no le importaría. Me limito a
seguir con una mueca dolorida mientras poco a poco nos alejamos de la casa.
…
Una vez cierro la puerta de mi cuarto en la
casa de mi padre camino lentamente y poco a poco hasta la cama, a paso lento y
tedioso, y me dejo caer boca arriba sobre ella con un gesto de dolor en mi
ceño. Cojo aire, lo expulso y cierro los ojos sintiendo como mi cuerpo
levemente dolorido no desea moverse un ápice de donde me encuentro. Aun tengo
que desvestirme, tendría que ducharme porque aun siento la lengua de Jeon
recorriéndome y lo más primordial, debería curar la herida en mi labio. Pero no
hay una sola parte en toda mi anatomía que desee moverse y me quedaría dormido
con los pies colgando por el borde de la cama si no sonase mi teléfono móvil
con un pitido que me indica que me ha llegado un mensaje. Suspiro largamente,
estoy a punto de morderme el labio pero me contengo y cedo a sacar el móvil de
mis pantalones para ver parpadear en la pantalla un mensaje de Jeon.
—¿Has llegado a casa? ¿Cómo
estás? Estoy preocupado~
Miro el mensaje con una sonrisa que me hace
sentir dolorido. Chasqueo la lengua y acabo por contestar con una atontada
expresión embobada.
—Estoy bien, Kook. No te preocupes. :)
—Estaba muy asustado. Debí
reaccionar, perdóname, hyung.
—No tienes que preocuparte, mi vida. :) Está todo bien. Mi padre va a tomarse una copa con un
tranquilizante, se va a dormir y mañana ya habrá pasado todo.
—¿Seguro? No quiero ni imaginarme
que vuelve a golpearte, Jimin.
—Seguro~
—No debí dejar que te fueras con
él.
—No importa. ¿Cómo está tu padre? Pídele
disculpas de mi parte, por el comportamiento de mi padre.
—Descuida, lo haré. Él está bien.
No se esperaba una reacción violenta pero no es la primera vez que pasa por
algo como esto.
—Pídele disculpas a tu madre también, hemos
estropeado su día especial.
—Y felicítala de mi parte. Creo que no lo hice
y mi padre no me habría dejado intervenir.
—Todo bien. Lo haré ahora.
—¿Saben que estamos hablando? :S
—Se lo diré. No les importará si
es para esto. Es decir, se te ve muy educado y respetuoso. Ellos lo verán muy
adecuado.
—Está bien.
—¿Te encuentras bien?
—Sí, ya te lo he dicho.
—No me refiero a lo de tu padre.
No te pregunté nada en el momento porque solo pensaba en que no notasen
demasiado nuestra ausencia, pero debí preguntártelo…
—Ah! No te molestes. Estoy genial. Fue
maravilloso.
—¿De veras? No es para tanto.
—Eres un temerario, Jeon. ;)
—Déjalo. >.<”
—Está bien.
—¿Te vas a dormir ya?
—Sí, en nada.
—Te echaré de menos. Si no te
molesta lo que ha sucedido hoy, me encantaría quedar pronto. Solo si tú
quieres.
—Claro que quiero. Lo que ha pasado hoy no
cambia nada entre tú y yo.
—¿De veras?
—Por su puesto. Los problemas financieros y
empresariales de mi padre son problemas suyos y de la empresa. Lo nuestro está
aparte.
—Pero tú también trabajas para la
empresa de tu padre…
—Me da igual. Mis relaciones personales no
deben mezclarse con eso.
—Lo entiendo. Yo también opino
igual en mi caso. Me alegra saber que pensamos igual.
—Bueno, es tarde. Tú también deberías ir a
dormir.
—¡Qué va! Mañana no tengo que ir
a la empresa. Me pasaré la noche jugando a videojuegos.
—¡No seas infantil!
—No seas mandón, hyung.
—Buenas noches, Jiminie. :P
—¿Jiminie?
—Dulces sueños.
—¡Tú! ¡Mocoso!
—¡Eh!
—>.<’’
—Dulces sueños, Kookie. Descansa.
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