IDENTIDADES [PARTE I] - Capítulo 5

 CAPÍTULO 5


Jungkook POV:


Llego como cada día a la oficina y el ambiente, al igual que el día anterior, es serio e introvertido. Parecen niños que acaban de ser reprendidos. Yo saludo amable y afable como cada día sin importarme las circunstancias. No me siento su víctima al contrario que todos estos a mí alrededor.

—¡Buenos días! Hoy ha amanecido con un sol radiante. –Algunos se giran y me miran aturdidos mientras que el resto ni siquiera se molesta en atender a mis palabras. No me importa, yo me dirijo a la máquina de café y extraigo de ella un café solo para Jimin. Sin preguntarle ni nada, porque me tomo su criterio a mi antojo. Una vez lo tengo llego a mi puesto de trabajo dejando el portátil y llamando antes de entrar, me cuelo en su despacho.

—Hello boss. How was your day? –Le saludo esforzándome porque me entienda pero al levantar su vista de la pantalla parece sorprendido a la par que extrañado y confundido por mis palabras.

—¿Qué?

—Mi pronunciación no es buena, lo siento. –Niego avergonzado con la cabeza.

—Deja de hacer el idiota. Llegas diez minutos tarde.

—Lo siento, Jimin pero…

—Señor Park. ¿Qué clase de confianza te tomas conmigo? –Se levanta de su silla y me mira amenazante.

—Le traje esto. –Le dejo el café delante de él y no parece importarle mi excusa porque le da un manotazo derramándolo por toda su mesa vacía y el suelo que ahora no parece tan impecable. Me quedo helado por su infantil gesto.

—¿Acaso te lo pedí?

—No pero…

—Ven con una bayeta y una fregona y limpia tu desastre.

—Yo no he sido quien…

—¡Una palabra más… —interrumpe mi discurso y me veo obligado a detenerme porque me amenaza con un dedo apuntándome—, y estás en la calle!

Sin pensármelo salgo del despacho enfadado y dando un portazo dirigiéndome al armario donde guardan todos los utensilios y regreso con lo que necesito atento a las miradas de mis compañeros que no solo me juzgan sino que se mofan de mis actos.

—Un simple, no gracias, habría sido suficiente. –Me quejo una vez estoy pasando el trapo asqueroso por la mesa y retirando el café.

—No refunfuñes, Jeon, y escúchame. –Le miro atento—. Necesito los presupuestos de los últimos cinco años. Gastos y beneficios.

—¿Gastos de que clase? ¿Luz? ¿Sueldos? ¿Gastos de material…?

—Todo.

—Pero, —pienso unos segundos mientras cojo la fregona en mis manos—, tardaré toda la mañana.

—Pues en ese caso cuanto antes te pongas a ello mejor, ¿no? –Me sonríe sádico y no sé si me aterrorizo o me excito. Lo que sé es que me quedo sin palabras.

—Si no hubieras tirado el café… —Murmuro.

—¿Cómo? –Pregunta habiéndome escuchado perfectamente.

—Nada, señor Park. –Él me mira sabiendo que soy un impertinente pero no dice nada y me resigno a seguir con mi tarea.

—Los soldados murmuran, —habla de repente rompiendo el silencio—, omiten las contraseñas, hablan entre ellos: empieza a fallar la confianza en el general.

—¿A qué viene eso?

—Es mi consejo de hoy.

—No lo entiendo. –Escurro la fregona y termino mi trabajo—. Esto está. Me pondré ya con lo que ha mandado.

—Genial. –Me dispongo a salir pero me detienen sus palabras—. Ah, Jeon, ¿podría traerme un café? Me han entrado ganas con el olor…

Me quedo por unos segundos incrédulo ante sus palabras pero cuando me sonríe me descubro a mi mismo cediendo sumisamente a tus estúpidos mandatos que me traen de cabeza.

—Infantil… —Murmuro una vez me he ido.

 

...

 

Me he pasado horas recorriendo departamentos y yendo de un lado a otro en busca de la información que el señor Park me ha pedido y para qué, si ni siquiera sé que voy a ganar con ello. Pero esta es mi tarea y me he comprometido a aceptarla con total diligencia. La jornada está terminando y mis ojos ya duelen por mirar constantemente la pantalla frente a mí.

—Jeon. –Doy un respingo y me sorprende Jimin apoyándose en mi hombro mientras mira conmigo la pantalla—. ¿Cómo va eso?

—Bien. Estoy terminando.

—Muy bien. Ahora vuelvo. –Se marcha seguramente al baño y mientras esto ocurre el resto de la plantilla termina por recoger y marcharse despidiéndose animadamente y quitándose un peso de encima. Yo regreso a mi tarea.

—¿Por qué tanto alboroto? –Pregunta Jimin al volver.

—Se van a beber dado que mañana es fiesta. –Asiente comprendiendo.

—Borrachos… —Niega con la cabeza.

—¡Terminé! –Extraigo el pendrive del ordenador y se lo entrego siendo testigo de cómo su ceño y sus labios se fruncen a la vez—. ¿Ocurre algo?

—Nada… —Sonríe y me mira—. Buen trabajo. Puedes irte con ellos.

—¿Con quién? –Pregunto aturdido.

—A beber, con ellos.

—Ah, no. No suelo salir con ellos… —Niego haciendo en su mente una idea aún más confusa de mis palabras.

—Bueno, no importa. Vete ya.

—Le espero. –Iba a entrar en su despacho pero se gira por mis palabras.

—Tardaré un rato.

—¿Te apetece una cerveza? –Olvido sus palabras fácilmente.

—No.

—A mí sí. –Sonrío idiota.

—No me gusta el alboroto de las calles de Seúl.

—En mi casa tengo cervezas… —Hago un puchero esperando que caiga en la tentación pero no resulta nada fácil y me veo obligado a insistir un poco más—. Y estamos solos…

—Suena extraño. No gracias. –Cierra su puerta y me quedo ahí plantado esperando desesperadamente que regrese a mí pero eso no sucede, ya que veo su sombra sentarse en su escritorio. Suspiro y resignado me marcho a buscar el coche.

La noche es joven y no creas que mis actos me conducen a casa. El factor sorpresa es mi favorito y sin duda infalible.

 

 

Espero paciente con el coche aparcado frente a la puerta y una canción suena tranquila y leve dentro acompañando mi espera y su tardanza. De nuevo miro el móvil y marcan las doce de la noche. Sin duda tarda bastante pero antes de darme cuenta le veo aparecer con su maletín balanceándose en su mano y con la otra escondida en el bolsillo del pantalón. No me lo pienso más y arranco el coche haciendo evidente mi presencia a su lado.

Su rostro asustado y confuso es tremendamente encantador.

—¿Qué haces aún aquí, Jeon?

—Esperándole seño. ¿Le llevo a casa?

—No necesito chofer, gracias.

—Sigue en pie mi oferta, por favor, no la rechace, es de mala educación. –De repente se detiene y me mira confundido, aún más que antes. Su ceño se frunce y se plantea la posibilidad de aceptar.

—¿Es de mala educación? –Asiento.

—Claro, ¿dónde vive usted? –Le muestro mi más sincera sonrisa cautivadora y mira a todas partes como si alguien le persiguiera. Yo me quedo por un momento sin palabras esperando alguna reacción por parte de él. Es sin duda un hombre extraño.

—¿En tu casa? –Asiento de nuevo.

—En unos días será mi cumpleaños. Considérelo de esta manera.

—¿Puedo? –Pregunta una vez se acerca al coche para entrar y le abro la puerta para que entre. Titubeando y algo incómodo se sienta a mi lado y maldita sea, llena el coche con su colonia que hasta ahora no había notado tan tremendamente adictiva. Siento caer en la tentación de lanzarme a su cuello para impregnarme yo también de ese olor.

Pasan los segundos y me miras tímido y algo cohibido, intentando mantenerte firme aunque sigues siendo mi jefe pero eso no te ayuda. Estás ya dentro de mi coche.

—¿Vamos? –Me preguntas porque me he quedado atontado con tu presencia tan cerca de la mía y saliendo de la nube de la que me has rodeado giro la llave y piso el acelerador marchándome de allí cuanto antes.  Al fin te tengo en mis manos, Park Jimin.

 


Capítulo 4                    Capítulo 6

⇽ Índice de capítulos


Comentarios

Entradas populares