CHOFER - Capítulo 31
CAPÍTULO 31
TaeHyung
POV:
Miro de nuevo la ropa extendida sobre mi colchón asegurándome de que es la adecuada para la ocasión. Frunzo el ceño, algo disgustado pero me encojo de hombros y recojo de la cama la camisa negra sustituyéndola por un jersey rojo. Esto me obliga a cambiar el abrigo y acabo cogiendo uno de color gris. Nuevamente frunzo el ceño y me pregunto, ¿qué será lo que a los padres de JungKook les guste más? Suspiro algo cansado de pensar y me siento junto con la ropa llevando mis manos a mi pelo para retirarlo de mi rostro.
Desde el otro día que estuve con Jimin no he vuelto a verle. A la mañana siguiente de entonces, cuando llegué al almacén y hable con mi jefe me dio el horario de mi nuevo cliente y rápidamente todo mi cuerpo se vio sumido en la desesperación más absoluta.
—¿Min Yoongi? –Pregunto sintiéndome algo enfadado.
—Sí. –Dice como si nada—. Ya trabajaste para él y ha vuelto a reclamar tus servicios. De eso hablamos ayer, muchacho.
—Pero he visto que ha dejado su trabajo.
—Sí pero aun tienen cosas que hacer. Ha dejado el trabajo en el programa pero él sigue siendo cantante. ¿No estarás poniéndome pegas?
—No señor. Es solo que como la jornada se disminuye, también lo hace mi sueldo.
—Eso es lo que le dije al señor Min, pero él ha insistido en seguir pagando lo mismo. –El hombre se encoge de hombros—. Me dijo que tenía tu número así que cuando le surja un compromiso, él te avisará.
Aquel día me fui a casa con lo puesto y nada más que la conversación terminó. Caminé un par de horas de camino a casa mientras pensaba y no llegué a ninguna conclusión importante. Sentía en mis manos la textura de la bufanda de Jimin mientras la manoseaba. Recordaba sus palabras en hacerme sentir afortunado por la vida que llevo y cuando llegué a casa, llamé a JungKook para que organizara una cena con sus padres. Me siento en la obligación moral de reconducir mi vida lejos de Min Yoongi y de las drogas que me proporciona. Del placer que me conduce a la locura.
—¿TaeTae? ¿Por qué estás tan desaparecido, amor? No viniste a verme cuando te dije que estaba enfermo. Te esperé pero no viniste.
—Dijiste que querías presentarme a tus padres, ¿cierto?
—Sí, claro.
—Bien, pues… ¿Cuándo?
—¡Oh! Este viernes, mismo. Si te parece bien.
—Vale, lo que quieras. –Suspiro mirando a mi alrededor.
—¿Estás bien? No quiero que te sientas obligado a hacer esto.
—No es problema. Y sí, estoy bien.
—Genial, este viernes paso a buscarte. Te amo.
Sin posibilidad de responderle en los mismos términos, cuelgo antes de que me exija nada.
Y aquí estamos, viernes por la tarde y JungKook pasará en unos minutos a buscarme y aun no estoy seguro ni siquiera de la ropa que quiero llevar. Resignado a la hora que es me levanto y estoy a punto de comenzar a desnudarme cuando mi móvil suena en la mesilla y lo alcanzo con la estúpida manía de no mirar quién me llama por dar por descontado quien es. Esta vez me equivoco.
—¿Kookie? –Pregunto pero una risa nasal suena al otro lado.
—¿Qué dices? –La voz de Yoongi me hace detener en mis gestos.
—¿Señor Min? –Pregunto algo angustiado.
—¡Claro que soy yo! Necesito que me vengas a recoger en…
—Señor, es usted el don de la oportunidad. –Digo mientas veo de nuevo la ropa sobre la cama y él parece mantenerse en silencio sin comprender mi comentario.
—¿Cómo? –Me pregunta aturdido.
—Señor, hoy estoy ocupado. No puedo trabajar hoy. –Digo con todo el respeto del mundo.
—¡Ya vuelves otra vez a llamarme señor! ¿Cuántas veces tengo que decirte que no lo hagas? –Dice riendo. Esto, me pone mucho más nervioso.
—Yoongi, —suspiro—, hoy no puedo.
—¿Cómo que no?
—No puedo. Tengo un compromiso.
—¿Qué compromiso puede ser más importante que realizar tu trabajo?
—Tengo una cena con mis suegros. –Digo tajante.
—Oh, ya veo. –Yo no digo nada y él tampoco parece tener intención de continuar.
—¿Y bien?
—¿Cómo qué “Y bien”? No te libras de tu trabajo por esa tontería. A las diez y media tengo que estar en…
—No, no. Yoongi. Es imposible. Si anulo la cena, tendré un serio problema.
—¿Qué clase de problema?
—Un problema. –Reitero no siendo consciente de qué clase de problema puede resultar de anular la cena—. Ya he dado muchas veces a JungKook de lado por estar contigo, por favor…
—Es cierto. Dime, ¿cuántas veces le has sido infiel conmigo? Dos o tres, que yo recuerde. Y a saber cuántas más de las que no tengo consciencia. –Su voz se torna amenazante.
—Cállate. –Le espeto algo nervioso.
—¿Qué formas son esas?
—Yoongi, basta de esto. Búscate una forma de ir. Yo hoy no puedo.
—No hagas malabares con tu trabajo, muchacho. –Me amenaza.
—¿O qué? Vas a despedirme. No me lo creo. –Le espeto. La verdad es que me arrepiento nada más decirlo.
—Hay cosas peores que no tener trabajo. Mírame a mí, dejando el único trabajo fijo que tengo.
—Eso ha sido una completa irresponsabilidad.
—¿Vas a juzgarme tú que ni siquiera sabes lo que quieres?
—Voy a colgar. –Digo sintiendo un fuerte nudo en mi garganta.
—Más te vale estar aquí a las diez en punto con el coche aparcado frente a mi casa. Si no, atente a las consecuencias. –Sin darle una respuesta cuelgo el teléfono y me siento en la cama derrumbado por la presión que se ejerce sobre mis hombros. Todo mi mundo se tambalea durante unos segundos y se me plantea una decisión demasiado complicada. Mi más peligroso defecto ha sido siempre cerrar los ojos y sentir cómo llegan los golpes.
(…)
El timbre de mi casa suena y salgo corriendo aun con la cabeza dentro de la camisa color marfil por toda la casa para llegar al timbre y descolgar el telefonillo.
—¿Sí? –Pregunto algo nervioso porque apenas estoy vestido.
—Soy JungKook. ¿Bajas?
—No, sube tú. No he terminado aún. –Le abro el portal y consecutivamente la puerta de casa a la espera de que suba. Yo regreso sin embargo a mi cuarto en ropa interior y con la camisa medio abotonada. Mi cerebro se siente bastante saturado pensando en las cosas que debo llevar, en la ropa que debo ponerme, en cómo debo comportarme ante sus padres. Pero el pensamiento principal es Yoongi, no puedo negármelo.
Por ahí tirados me encuentro mis pantalones y los recojo enfundándome en ellos y dando pequeños saltitos para entrar. Cuando estoy a punto de abrochar mi bragueta, unas manos se cuelan sobre las mías y me sujetan firmemente la cintura acercándome de espaldas a un cuerpo robusto. Asustado, giro mi rostro sorprendido, para descubrir a un Jungkook sonriendo por mi inocencia.
—¿Te he asustado? –Pregunta posando su barbilla en mi hombro.
—Un poco. –Reconozco y todas las prisas que sentía antes desaparecen cuando sus manos rodean mi cintura y me giran para quedarme de cara a él. Sus ojos brillantes, entrecerrados y sonrientes me miran con descaro y recorren sin cuidado la línea de botones mal colocados de mi camisa hasta acaban en su pliegue sobre mi bragueta abierta—. Eres un desastre hyung. –Me dice sonriendo y eso me hace sonreír a mí también.
—Perdóname. No he sabido calcular bien el tiempo y he tenido que ducharme y…
—Shh… —Me silencia y a los segundo sus labios se posan en los míos para plantar allí un sello muy sonoro. Todo mi cuerpo tiembla ante el contacto y sin poder evitarlo, los labios de Yoongi parecen hacer eco en mi memoria.
Las manos de Jungkook, juguetonas y traviesas, desabotonan uno a uno los botones de la camisa y cuando creo que va a recolocarlos, se limita a bajarla de mis hombros dejando mi espalda al descubierto. Aprovechando que mis brazos siguen enredados en la tela, me desplaza hasta la cama desordenada y ambos caemos en ellas sumidos en un beso apasionado. Las sábanas tocan mi piel desnuda y sus manos recrean el mismo efecto. Entre el beso, dirige su atención a mi bragueta y tras posar una de sus palmas sobre el bulto en mis pantalones una descarga de adrenalina recorre mi columna advirtiéndome de algo que está mal. Instintivamente me deshago de su agarre y retiro de allí su mano nervioso. Cualquiera pensaría, que es mi primera vez en vez de la suya. Él me mira un poco confuso.
—Tenemos que irnos. O llegaremos tarde. –Le digo poniendo a sus padres de excusa. Él pone los ojos en blanco sonriendo, dando por hecho, que no es el mejor momento para tener una primera toma de contacto en relaciones sexuales—. Y mi madre llegará en cualquier momento y te aseguro que no le agradará nada vernos así.
—Está bien, hyung. –Poco convencido se levanta de mí y sale de la cama ayudándome a incorporarme. Una vez de pie, se molesta en abotonarse de nuevo la camisa y yo mientras cierro mis pantalones—. Gracias por acceder a conocer a mis padres. A cenar con ellos.
—No es nada. –Respondo cuando ya estoy enfundándome en un jersey y cojo el abrigo, la bufanda que me regaló Jimin y me pongo unos zapatos simples.
—Es muy importante para mí. –Sonríe.
—Lo sé. –Lo último que cojo es el teléfono móvil y miro la hora angustiado. En tres horas debería estar en casa de Yoongi. Mi corazón tiembla.
Comentarios
Publicar un comentario