AMOR ARTIFICIAL [Parte I] (YoonKook) - Capítulo 20

 CAPÍTULO 20


Yoongi POV:

Me paso las manos por el rostro. Manos humedecidas con agua del lavabo. Cuando levanto la vista y quiero mirarme en el reflejo del espejo de este cuarto de baño del bar en donde nos encontramos me descubro que me cuesta enfocar la vista en mis propias facciones y solo me reconozco porque no hay nadie más en este pequeño cubículo. Me río de mí mismo ante este descubrimiento y me vuelvo a posar las manos en el rostro, despejando de mi cara todas las gotas de agua que bajaban hasta mi barbilla. Cuando me he deshecho de ellas me sujeto a la cerámica del lavabo y me miro más detenidamente. Cuando consigo enfocar la mirada en mi propia vista me sonrío feliz por la situación y porque hacía tanto tiempo que no me sentía en este opiáceo estado culpa del alcohol en mi cuerpo. 

Me termino de secar el rostro con un poco de papel del lavabo, me lo paso con cuidado por la cara sin frotarme demasiado y lo tiro en una papelera debajo del lavabo. Me analizo a mi mismo, comprobando que mi estado de ebriedad no es tan evidente y que no me tambaleo ni parezco turbado. Pero rápido me doy cuenta de que los borrachos no se dan cuenta de que caminan turbados porque sus sentidos están levemente desconectados. Cuando  soy consciente de ello abandono toda necesidad de comportarme y simplemente me ajusto mejor la corbata al cuello de la camisa y salgo del baño dirigiéndome de nuevo por las escaleras. Para no sentirme inseguro me sujeto con una mano al borde de estas sobre la pared. 

Jeon me observa desde arriba con una sonrisa infantil. La misma que yo portaba en el espejo del servicio y cuando llego arriba me dejo caer sobre la silla y él se parte a reír. En esta parte del bar ya están todas las mesas ocupadas, por no hablar de la parte de abajo. Ya no se ha vuelto un lugar agradable para hablar, por no decir que nosotros hemos perdido toda capacidad comunicativa por culpa de los diez vasos que hay en esta mesa. Cinco de cerveza vacíos y cinco de su ginebra. 

—Creo que no voy a beber más. –Digo mientras apoyo los codos sobre la mesa, en el poco espacio libre, y hundo mi rostro en mis manos. Cuando termino de hablar, comienzo a reírme por la situación. Incomprensible, pero me río sin querer y sin poder evitarlo. Él ríe conmigo y asiente, mientras evita eructar. 

—Sí, creo que yo tampoco puedo con más. –Chasquea la lengua—. Al contrario, todo me da vueltas. –Ríe con sus propias palabras y mira alrededor mientras comienza a sentir, como yo, que este lugar ha perdido su encanto por la cantidad de gente alrededor y hace el amago de levantarse pero rápido reniega de la idea y comienza a reírse mientras se palpa en los bolsillos asegurándose que lo lleva todo. 

—¿No puedes levantarte?

—Puedo, pero sé lo que pasará, que aunque ahora esté medio bien, en cuanto me ponga en pie… voy… voy a marearme. –Se ríe de sí mismo y yo, que me siento mejor que él, me levanto el primero poniéndome la bandolera sobre el hombro, me ajusto de nuevo la corbata como un tic que de repente ha aparecido en mí por el simple hecho de querer estar presentable ante él, y cuando estoy a su lado le cojo la chaqueta de cuero con una mano y la otra la paso alrededor de uno de sus brazos para que me tenga como soporte en el caso de que vaya a desplomarse. 

—¿Necesitas que te acompañe a casa? –Le pregunto preocupado pero él niega con el rostro riendo. 

—No soy un niño pequeño, sé regresar solo. –Dice medio ofendido pero acabo asintiendo mientras nos levantamos de la mesa y bajamos la escalera hasta el primer piso. 

Allí, el camarero aún ocupado, se toma unos segundos para despedirse de Jungkook con un gesto de su mano mientras este le devuelve el gesto. Yo saludo de la misma manera en forma de despedida y me agarro con fuerza al brazo de Jeon. Al contrario de lo que él pronosticaba, no se ha mareado ni parece turbado. Camina recto y con buen paso hasta fuera mientras esquivamos a alguna de las personas en el propio local. Antes de salir Jeon saluda a uno de los chicos sentados en una de las últimas mesas y este le devuelve un saludo con una sonrisa sorprendida. Sin más abandonamos el local y el aire del exterior me hace recobrar levemente la compostura. Respiro profundamente y Jeon se suelta de mi agarre mientras rebusca alrededor su chaqueta pero yo se la devuelvo y él me sonríe entusiasmado. Rebusca en sus bolsillos para sacarse un cigarrillo y me ofrece de nuevo. Lo ha hecho cada vez que él se ha fumado uno, pero yo estoy lo suficientemente borracho como para no negarme una sola vez más y asiento encogiéndome de hombros mientras me extiende el paquete abierto y selecciono uno de los cigarrillos que le quedan y me lo llevo a los labios. 

Aun en la entrada hay varios clientes del bar fumando como nosotros haciendo tiempo para entrar o, Dios sabe qué. Jeon se acerca a mí para encender el cigarrillo y la luz alumbra temporalmente nuestros rostros. Yo le miro directo a sus ojos que miran atento la llama del mechero encendiendo el extremo de mi cigarrillo. La primera calada que le doy me hace toser, y él ríe de mi gesto pero comprende mi falta de experiencia y me golpea levemente uno de los omoplatos. Sin apartar su mano de ahí me empuja levemente para que comencemos a caminar en dirección calle abajo y así obramos, hasta que la calle termina y nos desplazamos a través de esa calle principal. Sin decir una sola palabra me conduce a uno de los bancos que hay ahí postrado y se sienta. Yo me siento a su lado sin preguntar el motivo ni si es algo completamente necesario. Después de una larga calada, me aclara la situación. 

—¿Podemos sentarnos aquí un momento? Al menos hasta que se me baje la borrachera…

—Claro. –Le digo asintiendo—. También me vendrá bien. –Suspiro y le doy una calada al cigarrillo. El sabor me evoca a otros momentos de mi pasado, a situaciones que creía olvidadas. A sentimientos dormidos que hoy, están muertos. 

—¿Te lo has pasado bien? –Me pregunta entusiasmado con mi respuesta y yo no puedo sino asentir, emocionado. 

—Claro. ¡Hacía mucho que no salía! 

—¿Por qué no?

—No tengo amigos para salir… —Suspiro, a mi pesar—. Los pocos amigos que tenía los perdí cuando corté con mi ex. –Me muerdo el labio inferior y él me mira apenado pero yo no puedo más que encogerme de hombros desinteresado de todo punto y él sonríe con mi gesto. Cuando nos quedamos en silencio él apoya su cabeza en el respaldo del banco y mira hacia el cielo. Su manzana de Adán se ve llamativa y en movimiento. Todo su cuello me resulta terriblemente tentador y cierro los ojos para quitarme esa visión de mi retina, pero aun con los párpados cerrados, la imagen está ahí, igual de nítida. La forma de sus labios abiertos, de sus pómulos coloreados. 

—“¡Oh, cielo que sobre mí te extiendes, cielo diáfano y hondo, abismo luminoso! Cuando te contemplo me estremezco de ansias divinas.”* –Dice, con tono poético, citando a Nietzsche. Mira directo hacia el cielo y yo sonrío con sus palabras, pero no me basta con sonreír. 

—“Arrójame a tu altura, ¡esa es mi profundidad! Cobíjame en tu pureza, ¡Esa es mi inocencia!” –A la continuación del texto Jungkook se gira a mí con la mirada más pícara y entusiasmada que he visto en él hasta ahora. Tal vez el alcohol evidencia sus gestos, o tal vez mi alcohol me hace verlo de esta forma. La cuestión es que él sonríe y eso me hace sentir cálido. No hace un solo comentario. Simplemente continúa. 

—“Velado aparece el dios por su belleza: así me ocultas tú a tus estrellas. No hablas: así me revelas tú sabiduría.” –Continúa. 

—“Mudo has surgido hoy sobre el mar rugiente: tu amor y tu pudor son revelación para mi rugiente alma.” –Sigo, pero él no continúa y se me queda mirándole con el cigarrillo sobre sus labios, pensativo. 

—No sabía que supieras citar a Nietzsche como si de Góngora* se tratase…

—Lo leí el otro día. –Digo, y sonrío—. Y me gustó mucho esta parte. Es de las partes más poéticas que tiene en Así habló Zaratustra. Se sale de contexto. 

—En las acotaciones del libro que me leí. –Dice—. Habla de que en este pasaje, Nietzsche declara sentir la nostalgia por el padre que perdió en su niñez. –Aclara Jeon como dato pero yo me encojo de hombros y le doy una calada más a mi cigarrillo—. No sabía que leías a Nietzsche. ¿Luego hablas de que yo leo a Hitler?

—No es lo mismo. –Digo pero él se encoge de hombros. 

—La doctrina nazi está inspirada en sus pasajes. Cambiados y manipulados para calar en la sociedad alemana de principios del siglo pasado, pero algo es algo… 

—¿Crees que Nietzsche pensaba que se haría eso con sus escritos cuando los estaba haciendo?

—No lo creo. Nadie piensa que sus actos pueden crear grandes catástrofes, de unos actos que a primera vista pueden ser… banales… 

—Pero Nietzsche es lo que pretende. ¿No? –Le pregunto y él frunce el ceño—. Cambiar a la sociedad para mejor. Por eso su teoría del sueper hombre

—Yo no creo mucho que él supiese qué demonios estaba haciendo. Todo el texto de Zaratustra está escrito con aires de salvador que muestra a la sociedad como única solución de salvación y felicidad para el humano el alcanzar al superhombre, pero son justamente estos aires de soberbia y superioridad lo que critica de la religión católica, lo cual lo dota de una hipocresía y un cinismo que me descoloca. 

—Sí... –Digo, pensativo. 

—Pero comprendo porqué los nazis escogieron sus textos como ideal de política, por decirlo de alguna forma. 

—¿Por qué?

—Porque durante todo el libro hace repetidas alusiones en contra de la facilidad de la sociedad para formar un rebaño –como concepto de masa no—pensante— como consecuencia de la alienación religiosa. Sin embargo hace hincapié en que el individuo por sí mismo no vale nada, al contrario, es un síntoma de egoísmo, —capitalismo—. Está en contra del adoctrinamiento religioso, pero también del individualismo capitalista. Esta contradicción dota a la teoría de Nietzsche de las características perfectas para lo que se fue a llamara “la tercera vía” del adoctrinamiento nazi. –Sentencia y yo le miro frunciendo el ceño. 

—Puede ser… —Digo pensativo—. En cierto modo me da pena que hicieran eso con sus textos. Lo han manchado, por así decirlo… —Jeon se encoge de hombros a mis palabras. 

—Si no hubiera sido él, habría sido cualquier otro con un par de ideas brillantes. Además, a la sociedad no le hace falta mucho para aunarla en contra de un objetivo que ellos creen común. –Sonríe divertido porque él es exactamente lo que ha hecho. Yo me mantengo en silencio y le doy una calada al cigarrillo mientras pienso en otro fragmento de Nietzsche. 

—“Te temo cuando estás cerca. Te amo cuando estás lejos. Tu huída me atrae y tu persecución me detiene: Yo sufro, mas ¿qué no habré sufrido, gustoso por ti? Por ti, cuya frialdad enardece, cuyo odio seduce, cuya huída aprisiona, cuya burla conmueve.”* 

—Wow. –Suspira, pensativo—. Ojalá alguien se me declarase con versos de Nietzsche. –Dice riendo y yo río con él—. Nada de Shakespeare* ni Rimbaud*. Nietzsche si qué es un verdadero poeta. –Suspira con aire enamorado y le da la última calada a un cigarrillo que segundos después está en el suelo perdido. 

—No te veo como un romántico… —Digo y él me devuelve una mirada curiosa—. Básicamente porque me has dicho que no crees en el amor. 

—Pero sí en el concepto de romanticismo. Solo que mi concepto de romanticismo no encaja con el del resto de personas. Para mí un acto romántico no es llevarle flores a alguien ni postrarse ante la ventana de su casa para cantarle una canción. Es más, esto último me parece abochornante y vergonzoso. Por no decir ridículo y una pérdida de tiempo. 

—¿Qué es romántico para ti?

—¿Para mí? –Piensa—. El suicido, eso sí es algo romántico. En esto tengo que estar de acuerdo con muchos autores del siglo XIX. Es el mayor acto de romanticismo que se ha inventado. 

—Eso ya existía antes del siglo XIX. –Le digo riéndome. 

—Pero fue entonces cuando lo explotaron como arma comercial. –Ríe de sus propias palabras—. Morir de amor, literalmente. ¿No es romántico? –Yo me encojo de hombros pero a los segundos me río a carcajadas. Tiro el cigarrillo y él me mira curioso—. ¿De qué te ríes?

—Me recuerdas a Octavio, el protagonista de la novela Armancia, de Stendhal…

—¿Sí? –Pregunta pensativo pero poco a poco le sale una sonrisa honrosa. Acabo de golpear algo dulce dentro de él.

—Sí. Eres igual. Un maldito y frío psicópata sin sentimientos. –Digo y ambos rompemos a carcajadas. Él comienza a citarlo. 

—“Lo que tan a menudo pone oscura el alma, lo que no he confiado a nadie jamás, es esta horrible desgracia: que no tengo “Conciencia”. No encuentro en mí nada de lo que ustedes llaman “Sentido íntimo”, ningún alejamiento instintivo del mal. Si detesto el vicio, es sencillamente por efecto de un razonamiento y porque me parece perjudicial. Y lo que me demuestra que no hay en mí nada absolutamente divino o “instintivo”, es que siempre puedo recordar todas las partes del razonamiento en virtud del cual encuentro horrible el vicio.”*

—¡Exacto! –Exclamo en voz muy alta, sin importarme la gente que pase alrededor. Él me mira entusiasmado y continúa. 

—“¿Tengo el orgullo de creerme superior a todos los peligros, a toda clase de males que pueden atacar a un hombre, y al mismo tiempo ruego al dolor que se presenta que tome forma nueva, que elija un rostro de mi agrado, es decir que se disminuya? ¡Qué pequeñez! ¡Me creía fuerte y no soy más que un pretencioso!”*

—¡Ese eres tú, no puedes negármelo!

—No me compares con un personaje ficticio. –Me pide pero su sonrisa me demuestra que le ha gustado la comparación, lo cual en otro momento me habría preocupado, pero ahora mismo simplemente continúo con el juego. 

—“Y aquél “Ser rebelde” era perfecto; pues su conducta moral era estrictamente honrada, ninguna sospecha de interés personal podía atacar la pureza de su “diabolsimo”. ¡Ah! Mi querido Octavio, la rebelión es evidente en tus ojos…”* —Le digo mientras poso mi mano en su mejilla y él se deja hacer con un violento rubor en sus mejillas, lo que me hace apartar la mano en cuanto me doy cuenta y carraspeo mientras él me aparta la mirada y yo la aparto de él. Con un largo suspiro él palmea sus piernas y mira alrededor, dando por finalizada la situación. 

—¿Te encuentras mejor? –Me pregunta en respecto a la borrachera y yo asiento mientras le sonrío tímido y él me sonríe de la misma manera. Comienza a soplar una leve brisa que me revuelve un poco el pelo y a él le despeja la cara. Con un asentimiento de cabeza se levanta y yo me levanto detrás de él—. Mi casa queda por ahí. –Señala una de las dos direcciones de la calle y yo asiento mientras señalo el mismo camino. 

—La mía también. 

Y sin más seguimos caminando lentamente por la acera en silencio de vez en cuando compartiendo alguna sonrisa y alguna mirada tímida y cómplice. Al darme cuenta de ello me veo de nuevo como al principio de la tarde camino al bar. Él con la su chaqueta de la mano y yo con la misma expresión avergonzada. Ojalá la vergüenza desapareciera, pero está ligada a muchos otros sentimientos de los que no soy lo suficientemente valiente como para desprenderme. Aún son necesarios. Los necesito para no perderme. 

 

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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:

 

—“¡Oh, cielo que sobre mí te extiendes, cielo diáfano y hondo, abismo luminoso! Cuando te contemplo me estremezco de ansias divinas.”* –ANTES DE LA SALIDA DEL SOL. (Capítulo 4º de la 3º parte del libro de Nietzsche: Así habló Zaratustra. –Editorial: “Austral”)

 

—“Te temo cuando estás cerca. Te amo cuando estás lejos. Tu huída me atrae y tu persecución me detiene: Yo sufro, mas ¿qué no habré sufrido, gustoso por ti? Por ti, cuya frialdad enardece, cuyo odio seduce, cuya huída aprisiona, cuya burla conmueve.”* –EL SEGUNDO CANTO DE LA DANZA. (Capítulo 15º de la 3º parte del libro de Nietzsche: Así habló Zaratustra. –Editorial: “Austral”)

 

—“Lo que tan a menudo pone oscura el alma, lo que no he confiado a nadie jamás, es esta horrible desgracia: que no tengo “Conciencia”. No encuentro en mí nada de lo que ustedes llaman “Sentido íntimo”, ningún alejamiento instintivo del mal. Si detesto el vicio, es sencillamente por efecto de un razonamiento y porque me parece perjudicial. Y lo que me demuestra que no hay en mí nada absolutamente divino o “instintivo”, es que siempre puedo recordar todas las partes del razonamiento en virtud del cual encuentro horrible el vicio.”* (Capítulo 6º del libro escrito por Stendhal: Armancia. –Editorial: “Ciencia Nueva”)

 

—“¿Tengo el orgullo de creerme superior a todos los peligros, a toda clase de males que pueden atacar a un hombre, y al mismo tiempo ruego al dolor que se presenta que tome forma nueva, que elija un rostro de mi agrado, es decir que se disminuya? ¡Qué pequeñez! ¡Me creía fuerte y no soy más que un pretencioso!”* (Capítulo 2º del libro escrito por Stendhal: Armancia. –Editorial: “Ciencia Nueva”)

 

—“Y aquél “Ser rebelde” era perfecto; pues su conducta moral era estrictamente honrada, ninguna sospecha de interés personal podía atacar la pureza de su “diabolsimo”. ¡Ah! Mi querido Octavio, la rebelión es evidente en tus ojos…”*(Capítulo 6º del libro escrito por Stendhal: Armancia. –Editorial: “Ciencia Nueva”)

 

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*Luis de Góngora y Argote (nacido Luis de Argote y Góngora; Córdoba, 11 de julio de 1561, 23 de mayo de 1627) fue un poeta y dramaturgo español del Siglo de Oro, máximo exponente de la corriente literaria conocida más tarde, y con simplificación perpetuada a lo largo de siglos, como culteranismo o gongorismo, cuya obra será imitada a lo largo de los siglos en Europa y América. Como si se tratara de un clásico latino, sus obras fueron objeto de exégesis ya en su misma época.

*William Shakespeare (Stratford—upon—Avon, c. 26 de abril de 1564 — 23 de abril / 3 de mayo de 1616) fue un dramaturgo, poeta y actor inglés. Conocido en ocasiones como el Bardo de Avon (o simplemente el Bardo), Shakespeare es considerado el escritor más importante en lengua inglesa y uno de los más célebres de la literatura universal.

*Jean Nicolas Arthur Rimbaud  (Charleville, 20 de octubre de 1854—Marsella, 10 de noviembre de 1891) fue un poetafrancés. Abandonó la literatura a los diecinueve años para emprender un viaje que lo llevaría por Europa y África. Para él, el poeta debía hacerse vidente por medio de un largo e inmenso desarreglo de todos los sentidos. En vida, sus méritos literarios no fueron reconocidos pero, con el tiempo, se abrieron paso entre las nuevas generaciones. ​


 


 

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Comentarios

  1. Son tan exquisitos cada capítulo como este, el intercambio de palabras, el arte que es esto, dios mío, yo tambien me dejaría llevar por Kook...

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